domingo, 27 de diciembre de 2009

El bipedismo, desde el simio arbóreo, al Hombre

Imagen de www.archeologia.com
No son pocos los científicos que prescinden de todas las demás peculiaridades de la “hominización”, y que sólo buscan el paso al andar bípedo: “De todos los criterios que se han propuesto, como cerebros más grandes, reducido dimorfismo sexual (diferencias entre los machos y las hembras), el andar bípedo, el espesor del esmalte dental y el aumento de los molares y premolares. Los dos primeros se pueden descartar de inmediato......... el único carácter que nos queda es el bipedismo, aunque debemos preguntarnos si es suficiente. ¿Podrían haber experimentado la locomoción bípeda algunos simios fósiles sin conexión con el hombre? ¿Los convierte esto en antepasados del hombre?”[1]

Es unánime la explicación de que esto sucedió como una respuesta adaptativa a uno o varios cambios climáticos, que fueron transformando la primitiva selva tropical en la actual sabana africana, por lo que algunos primates arbóreos se vieron obligados a cambiar su “hábitat”, y de entre todos ellos, hubo uno que, afortunadamente, justo en ese momento del cambio climático, sufrió una “mega mutación” que transformó por completo su anatomía y pasó de cuadrúpedo arbóreo a bípedo terrestre. [2]

Volvemos al truco de siempre: lo primero, es dar por cierto que los hombres venimos de los monos, y como nosotros somos bípedos y ellos cuadrúpedos, pues esto de pasar a ser bípedo, tuvo que suceder sin ninguna duda, y entre el concurso de posibles explicaciones, ésta es la que más ha gustado; pero vamos a ver si esto es una explicación científica, o una fantasía.

Comparación de la pelvis de chimpancé y de la pelvis humana, con referencia al canal del parto. Imagen de http://2.bp.blogspot.com/
En primer lugar vamos a ver lo que significa eso de adquirir la posición bípeda; para ello, vamos a partir del comentario que hace el famoso evolucionista S.J. Gould : “ El bipedismo no es un logro fácil. Requiere una reconstrucción fundamental de nuestra anatomía, particularmente del pie y de la pelvis. Más aún, representa una reconstrucción anatómica ajena al esquema normal de la evolución humana” [3]
Esa reconstrucción fundamental de la anatomía implica ineludiblemente entre otros muchos cambios que:
· El pulgar del pie tiene que cambiar su disposición, su tamaño y su función propia del pie prensil, a una disposición longitudinal al pie, para apoyar el impulso del paso y de la carrera.
· Todos los huesos del pie tienen que reorganizarse adquiriendo una forma arqueada (el “puente”) para facilitar el equilibrio.
· Las trabéculas del hueso del talón (el calcáneo), tienen que reorganizarse para la nueva disposición de fuerzas, así como todos los enganches óseos de los músculos y tendones del pie.
· La articulación de la rodilla ha de transformarse por completo.
· La cabeza del fémur ha de cambiar su ángulo de inserción en la cadera.
· La cadera ha de transformarse, casi por completo, para facilitar la articulación con el fémur y para posibilitar unos puntos de apoyo a los músculos del glúteo y de la pierna que han de realizar esfuerzos condicionados por nuevas palancas.
· La totalidad de las vértebras de la columna, y todos sus discos intervertebrales, han de transformarse para soportar fuerzas de compresión, en vez de fuerzas de cizalla y de tensión a las que estaba especialmente sometida en la vida arbórea.
· Las apófisis vertebrales han de reducirse al mínimo, pues su razón de ser, (soportar la tensión del arco entre los dos pilares que son las patas), ha desaparecido.
· Ha de modificarse el cráneo para equilibrar su peso en el eje que forman las vértebras cervicales, y para disponer los ojos en la posición adecuada a la nueva postura.
· Ha de modificarse por completo el órgano del equilibrio.
· Y no digamos nada de todas las modificaciones nerviosas y cerebrales necesarias para coordinar todas estas novedades.
· Etc.

Insistimos en una cuestión: ¿de qué le iba a servir, por ejemplo, a un mono, tener una rodilla bípeda si no tenía el pie preparado para andar así?. Y sostener que esos cambios han ido dándose paulatinamente a lo largo de millones de años, todos a la vez y coordinadamente, y encima por casualidad, es algo que, por su improbabilidad, roza lo irracional.
Esqueleto completo de un chimpancé - imagen de http://3.bp.blogspot.com/

Aún con lo absurdo que es esto, vamos a dar algunos argumentos más:

· Cada vez que se ha presenciado la devastación de una selva, bien por causas naturales o a consecuencia de la acción humana, los animales que vivían allí han perecido, o, si han podido, se han refugiado en otra zona de selva próxima. Jamás se ha oído que alguno de los animales que allí vivían, se convirtiese en otra cosa.

· ¿Qué ha pasado, entonces, con los periodos lluviosos y con las glaciaciones que han existido desde el Mioceno?, ¿se ha invertido la “tendencia evolutiva”, y algunos bípedos se han convertido en cuadrúpedos?.

· Lo curioso es que en la sabana viven algunas especies de monos, que alternan su estancia en el suelo con trepar a los árboles, como los monos verdes [4] y los mandriles, [5] y siguen siendo monos, tienen cola, y son cuadrúpedos arbóreos.

· Algunos defienden que ser bípedo era una ventaja para poder huir mejor de los depredadores, y que el tener las dos manos libres era algo muy útil para sujetar mejor a las crías. Que nosotros sepamos, las crías de todos los monos se agarran magníficamente a su madre, aunque ésta esté usando las cuatro extremidades y el rabo para moverse con enorme soltura entre los árboles. Y hasta los osos, que pueden andar bípedamente, y que se colocan en esta posición para imponerse, cuando quieren correr, lo hacen a cuatro patas, porque todos sabemos, y ellos también, que los cuadrúpedos corren más deprisa que los bípedos.

· Y puestos a buscar, hay muchos seres que ciertamente son bípedos, por ejemplo, los canguros y casi todas las aves; ¿por qué no plantear que el hombre se ha originado desde cualquiera de ellos, en vez de inventar un hipotético primate bípedo que nadie encuentra?. [6]

· Se suele confundir caminar con dificultad en posición erguida, con bipedismo. Por ejemplo, uno de los simios actuales, el gibón, baja poco al suelo, pero cuando lo hace camina erguido, un poco torpemente, con los brazos separados del cuerpo para mantener el equilibrio. [7] Y que nosotros sepamos nadie espera que se convierta en un hombre.


· Y Si esto del bipedismo, es lo único importante y no se puede demostrar, realmente poca cosa tienen, aparte de su convencimiento imperturbable de que el hombre desciende del mono.

· Y podemos compartir el comentario del paleoantropólogo paquistaní David Pilbeam: “Si fuéramos a ver a un científico especialista en otra materia, y le mostráramos la pobreza de las pruebas acumuladas, seguramente nos diría: -Olvídenlo; no basta para seguir adelante-“[8]

· Y sin ninguna prueba convincente, ahí lo tenemos en todos los programas televisivos y en todos los textos de supuesta biología: “es un hecho demostrado científicamente: el hombre viene del mono”, ¡qué cara más dura!.

[1] Stringer, Chris y Andrews, Peter: “La evolución humana” Edit. Akal p.144 – 2.005.
[2] Para lo que nos interesa ahora, es indiferente si ocurrió de golpe, como defenderían los “genetistas homeóticos”, o si sucedió gradualmente como defenderían los darwinistas ortodoxos, el caso es que, todos están de acuerdo en que en una, o en varias fases, esto es lo que sucedió.
[3] Goud, S.J. “El pulgar del panda” Edit Orbis – 1.985, p. 139. – citado por Sanvicens, A. “Toda la verdad sobre la evolución” p. 225.
[4] Leakey , R. y Lewin, R. “Nuestros orígenes”Edit. R.B.A. – 1.995; Cap. XIII.
[5] Leakey , R. y Lewin, R. Op. cit. Cap. VIII.
[6] Si alguno de ustedes está pensando en la famosa Lucy (Australopithecus afarensis), ya verá en la entrada siguiente, que a pesar de todo lo que hayan escuchado, no puede considerarse un antepasado del hombre por muchos motivos.
[7] Johanson, D. y Edey, M . “El primer antepasado del hombre” Edit. R.B.A. 1.990 – p. 350.
[8] Leakey, Richard, “La formación de la humanidad” Edit. B.B.A. – 1.993 - p. 52.

Semogil 27 de Diciembre del 2.009

lunes, 21 de diciembre de 2009

Definición y concepto de especie


La pregunta ¿Qué es una especie?, es sin duda el punto más delicado en todo el asunto de dilucidar qué ha pasado con los seres vivos en la Tierra.
Es fácil encontrar cientos de definiciones distintas de lo que una especie es, pero no estamos hablando de cosas, las cuales, pueden ser definidas sencillamente en función de su morfología externa. Estamos hablando de seres vivos, que portan una esencia específica, unos seres vivos que son un compuesto de materia y de algo inmaterial, que les hace ser un perro o una tomatera.
Se que el paradigma evolutivo, está radicalizándose, y como siempre ocurre cuando se han perdido los fundamentos, se está polarizando en los dos extremos, por un lado los taxonomistas no paran de clasificar nuevas especies y subespecies a la menor diferencia morfológica constatable, y por otro lado, están los que defienden sin problemas que todos los seres vivos que han existido y los que existimos en la actualidad, somos la misma especie, para estos, sólo existe una única especie, lo que es lo mismo que decir que no existe ninguna. Esta polarización, por sí sola, es suficiente para poder percibir que el paradigma evolutivo, está agonizando y necesitamos uno nuevo.
El problema más serio cuando queremos hablar de las especies, suele estar cuando intentamos mantener una postura que sea compatible con la de los materialistas, y eso nos lleva a que nos arrastran a su pobre percepción de la realidad.
Pienso que los seres vivos, han de ser abordados en tanto en cuanto lo que son, portadores (miembros) de una esencia específica, seres compuestos de forma inmaterial y materia, lo cual, podemos conocer gracias a la capacidad recibida para poder captar la realidad de las cosas, el don para percibir aquella Luz separada de las tinieblas que está en el origen de todas las cosas.
Puedo entender que desde una postura materialista reduccionista, no se pueda pasar más allá de un límite marcado por lo pesable y lo medible, y por lo tanto no se pueda captar la esencia de los seres vivos, lo que realmente son, ni siquiera es posible desde esa posición, intuirlo ligeramente.
Puedo entender que la metafísica y la biología, son dos campos distintos del saber, y sin embargo, las dos, abordan el estudio del ser vivo, aún así, me resisto a ver un abismo insalvable entre un concepto metafísico de especie y la constatación empírica de la pertenencia o no, de un ser vivo a esa especie, hay que unificar el saber, la fragmentación del saber, y la inversión actual de la justa jerarquía entre ellos, es un desastre de proporciones descomunales.

Por ello, y porque lo necesito para seguir adelante, voy a proponer una definición de especie, que posiblemente más adelante, haya que limar.
Creo que se puede aceptar como especie al conjunto de seres vivos que tienen la misma esencia específica, que corresponden al mismo pensamiento de Dios, y esto hace que presenten parecido morfológico, que (salvo los primeros creados), desciendan de otros seres vivos que les han transmitido esa esencia específica, y que real o potencialmente, sean fecundos entre ellos, y capaces de trasmitir esa esencia específica a sus descendientes, que a su vez, continúan la cadena de fertilidad, la llamada bendición originaria.
No veo un problema insalvable, el poder constatar cuándo esto sucede en la naturaleza, es evidente que no es igual de fácil en todos los casos, pero se puede realizar, y estimo que el límite de la variabilidad morfológica para cada esencia específica, nos viene indicado por la variabilidad que presenten los seres vivos actuales que entren en la definición, corregida por la repercusión sobre esa variabilidad de las condiciones ambientales actuales y pasadas.
Semogil 21 de Diciembre del 2.009

viernes, 18 de diciembre de 2009

Los australopithecus de sudáfrica - El mito de la evolución humana - III



Parte delantera del cráneo de Australopithecus africanus. - Imagen de http://media_2web.britannica.com/



Después de los “curiosos” hallazgos que ya hemos relatado, de los restos del “hombre de Java”, y del “hombre de Pekín”, la cosa estuvo tranquila unos decenios, los evolucionistas por la falta de pruebas, se mantuvieron discretos, y sus discusiones eran más filosóficas que empíricas, hasta que comenzado ya el siglo XX, el triunfo de los comunistas en Rusia, y la encarnizada primera guerra mundial, dieron nuevos bríos a los materialistas, muy interesados en la evolución.
En 1.924, Raymond Dart, encontró en una cantera en Sudáfrica, la mitad delantera del cráneo de un primate muy joven, parecido a un chimpancé en todo, excepto en la dentición. No le hicieron mucho caso hasta que en años posteriores se encontraron dos cráneos más, uno de ellos, parecido al anterior, pero de un adulto, y el otro con mandíbula y muelas más fuertes, y dotado de una gran cresta que recorre el cráneo por su parte superior central. (Esa cresta sirve actualmente a los gorilas para sujetar con fuerza al cráneo los potentes músculos masticadores)[1]
Después de largas disputas entre los paleoantropólogos, les llaman: al pequeño australopitecos africanus; y al grande Australopithecus robustus.


Cráneo de Australopithecus robustus . Se observa el principio de la cresta central del cráneo, la parte posterior se ha perdido. - Imagen de: http://humanorigins.si.edu/


Posteriormente se han encontrado más restos en varias cuevas de Sudáfrica; casualmente ninguno de los cráneos encontrados hasta ahora están enteros, todos, tienen rota la parte occipital, que es exactamente la que rompen los que, todavía hoy, aunque sea ilegalmente, se comen los sesos de los chimpancés. Los restos se encontraron rotos, con señales de haber recibido golpes y mezclados con restos de otros animales, como si hubiesen sido arrojados a un montón de basura. Casi nadie dice nada de los carbones, restos de hogueras encontrados en las mismas cuevas, con materiales vidriosos, que son señal inequívoca de la permanencia ininterrumpida del fuego durante muchos días en el mismo lugar, huesos carbonizados etc. que indican inevitablemente la presencia humana en esas cuevas. Parece lógico entender que algunos nativos africanos se comieron algunos antepasados de los chimpancés allí.[2]

Nadie puede aceptar que ese simio, pudiese hacer fuego hace unos 2 ó 3 millones de años (según sus cálculos). Y como tampoco les interesa reconocer que el hombre estaba allí y se los comió, pues se les ha ocurrido una idea “genial” que es la que todos repiten y que les salva según piensan, su “película” de los hechos, y es que los carbones, entraron a la cueva arrastrados por el agua de la lluvia, y procedían de un incendio forestal de origen natural ocurrido en la selva del exterior de la cueva. Pero eso no puede explicar las vitrificaciones.

Al final, reconocen que los Australopithecus africanus eran, en la forma general del cuerpo, como simios, piernas cortas , brazos largos, y que eran simios arbóreos.[3] Aunque hay todavía algunos que se mantienen empeñados en que los A. africanus eran bípedos y medio humanos, a pesar incluso de que los estudios sobre los huesos de sus manos y sus pies, indican claramente que andaban como los chimpancés y los gorilas, a cuatro patas y apoyando en el suelo los nudillos de sus patas delanteras.[4]
Aún así, los encontrarán incluidos en las genealogías de los antepasados del hombre. Vemos que la cosa sigue igual, unos pocos restos que no dicen nada del origen del hombre, y sí de los antepasados de algunos primates y de la antigua presencia del hombre en esos lugares. Y así ha seguido la cosa hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, en la que se realizaron otros hallazgos significativos, como los cráneos del llamado Homo habilis y el famoso esqueleto de Lucy, que veremos pronto.
Pero en todo ese tiempo, los propagandistas evolucionistas, fueron poco a poco, imponiendo su versión sobre el origen evolutivo de las especies en las escuelas y en la opinión pública, esperando que el asunto del origen del hombre se resolviera a su favor, cuando hubiese menos resistencia cultural a ello. Sabiendo que si se aceptaba la evolución de las especies animales, el que se aceptara la evolución del hombre desde un mono, era cuestión de tiempo.


[1] Johanson, D. y Eddey, M. “El primer antepasado del hombre” Edit. R.B.A. 1.990 p. 66 – 70.
[2] Sanvicens, A. “Toda la verdad sobre la evolución” Edit. Promociones y publicaciones universitarias – 1,996 - p. 333.
Bowden, M. “Los hombres-simios, ¿realidad o ficción?” Edit. Clie 1.984 p. 209.
[3] - Stringer, C. y Andrews, P. “La evolución humana” Edit. Akal – 2.005 - p. 125.
[4] - Richmond, B. G. y Strait, D. S. “Evidence that human evolved from a knuckle-walking ancestor” – Natura 404 – p. 382. 2.000.
- Sandín, Máximo – “Pensando la evolución, pensando la vida” Edit. Crimentales. – 2.006 - p. 253


Semogil 18 de Diciembre del 2.009

martes, 15 de diciembre de 2009

Las pisadas de Laetoli - ¿Quién pasó por allí?

Nativo de la antigua Nueva powerania en las Islas Salomón, imagen de: www.piedrasdeica.es

En 1.977, el equipo de Mary Leakey descubrió un rastro de huellas humanas en Laetoli, Tanzania, con una “antigüedad” de 3’7 millones de años, en estratos del Plioceno medio. [1] En todos los libros que encuentren, esas huellas son atribuidas a los ustralopithecus afarensis (Lucy), ¿por qué?. Pues porque existe la “hominización”, porque en la versión oficial, durante el Plioceno medio, no había hombres y lo único que había para echar mano, en aquella época eran los afarensis. Y de paso, se despejaban las “dudas” sobre si podían esos seres andar bípedamente o no. No importa que no se hayan encontrado los huesos de un pie de afarensis para poder reconstruirlo, ni, tampoco importa que anduviesen con los nudillos de las patas delanteras; no importa nada, conviene y eso es suficiente.

Las huellas se han quedado marcadas sobre unas cenizas que expulsó un volcán cercano. Esas cenizas eran muy ricas en carbonatos, por lo que con una ligera lluvia que cayó, se endurecieron con prontitud y el viento no las amontonó. Pasó primero un individuo que marchaba en dirección Norte; detrás de él, pasó otro individuo, con los pies más pequeños que el anterior, y que caminó durante todo el recorrido del rastro, colocando sus pies en el mismo lugar en el que lo había hecho el primero; a su lado, caminaba otro individuo más pequeño aún, que mantenía con armonía las mismas suaves sinuosidades del rastro, por lo que es fácil inferir que caminaba cogido de la mano del primero o del segundo individuo.

Hay también huellas de animales y de gotas gruesas de lluvia. Las huellas indican que los humanos que pisaron, tenían el dedo gordo y el contiguo igual que nosotros, y su modo de caminar era perfectamente humano. [2]

Vamos a hacer algunas observaciones desde la distancia y confiados en la información que tenemos sobre las huellas de Laetoli. Por supuesto que es sólo una especulación:
→ Vamos a considerar que esas pisadas son de seres humanos como nosotros, que es lo más evidente si se miran sin prejuicios evolucionistas.
→ Vamos a llamar al primer individuo, al más grande: el padre; a la que pisaba en sus huellas: la madre, y al más pequeño, al que iba de la mano de la madre: el hijo. Por supuesto que esto es una suposición que no se puede demostrar, pero facilita un poco las cosas que vienen a continuación, y al final se verá que no es muy “descabellada”.
→ El padre avanza el primero, decidido, con paso constante, en su dirección (caminó hacia el Norte) y en su amplitud (la longitud de la zancada es bastante uniforme). No olvidemos que cerca hay un volcán en erupción y, a diferencia de los animales, estos seres no huyen despavoridos ante un brusco fenómeno natural.

Pisadas de Laetoli, imagen de: http://4.bp.blogspot.com

→ Detrás de él, y siguiendo sus pasos, viene la mujer. El que haya caminado por el campo después de una nevada, comprenderá perfectamente a qué me refiero al decir que pisaba donde había pisado el padre, porque en ese sitio no había “sorpresas” ( no podemos pensar que lo hizo porque las cenizas estaban calientes, porque no hubiera dejado que su niño fuese quemándose y ella no); para andar de ese modo, y siendo más pequeña puesto que su pie lo era considerablemente, tenía necesariamente que forzar su paso, lo que indica una voluntad y una decisión, un plan y la capacidad de realizarlo con habilidad, porque no se sale de las huellas del padre en ningún paso.[3]
→ La posibilidad de que lo hiciese como “jugando a ver si era capaz”, indicaría un comportamiento igualmente humano, la conciencia del desafío interior, la voluntad, la perseverancia.
→ El niño camina de la mano izquierda de la madre, y está acostumbrado a andar de este modo, porque tiene que forzar el paso aún más que la madre, porque el número de huellas es el mismo que el de ella y que el su padre, y porque las suaves oscilaciones del rastro a derecha e izquierda, van en armonía con las de su madre.
→ Después de pasar los tres, una nueva capa de ceniza enterró el rastro hasta que fue descubierto en 1.977.

→ Lo que realmente importa es que no se puede defender que esas huellas las hicieron unos Australopithecus, son huellas humanas, indiferentemente de que sean las huellas más antiguas que tenemos de una familia, o las de tres amigos.

Ya está bien de que jueguen con nosotros hablándonos de varias especies de hombres que se han sucedido a lo largo del tiempo, evolucionando hasta llegar a nosotros, nadie ha definido los límites de variabilidad dentro de la especie humana, y para muestra la foto que encabeza esta entrada, vuelva a verla detenidamente, habla por sí sola, conviene que sepa que su cráneo hubiese sido clasificado sin duda como perteneciente a la especie homo erectus o a homo neanderthal, según los paleoantropólogos que lo hubiesen estudiado, después, piense un poco y responda a esta pregunta:
¿Pertenece ese nativo de las islas Salomón a la especie homo sapiens como usted y yo?

[1] Hay un relato del descubrimiento de las huellas en: – Johanson, D. y Edey, M. "El primer antepasado del hombre" Edit. R.B.A. p.270 – 276.
[2] Lovejoy, C. O. “The origen of man” Science 211 – 1.981 – p. 341 – 350.
[3] Si quieren entender a qué me estoy refiriendo, pueden hacer la prueba en la playa, o si no, pintar en el suelo con tiza las huellas de alguien más alto que usted, y luego intente pisar sobre ellas durante 24 metros al menos.
Semogil 15 de Diciembre del 2.009

domingo, 13 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? y VII -- Los abetos del Oeste de Norteamérica

Copa de un abeto del Oeste de Norteamérica, clasificado como Abies amabilis: http://upload.wikipedia.org/

Veamos qué sucede con los abetos del Oeste de Norteamérica, después de darle varias vueltas, dibujé en el mapa que abría la entrada anterior dos zonas con los números 4 y 5, podía haber puesto sólo una, pero así nos vale para orientarnos, recuerdo que aunque se vea pequeño en el mapa, estamos hablando de una franja de terreno que va desde Alaska en el círculo polar ártico hasta California, y que se adentra considerablemente en el interior del continente, hablamos de una superficie como cuatro o cinco veces la de España.
En la zona 4, más al norte, predomina el abeto gigante (Abies grandis), y en menor cantidad y hacia el sur de esa zona, el abeto gigante convive con Abies lasiocarpa, Abies magnífica, Abies amábilis y Abies Procera. Por lo tanto cinco especies de abetos que conviven juntas.
En la zona 5 más al sur, predominan Abies procera y Abies magnífica, existiendo también poblaciones de Abeto gigante, Abies amábilis y Abies lasiocarpa, las mismas cinco especies de la zona 4, sólo que predominan otras distintas.
Ante esto, lo que uno piensa es que realmente son cinco especies distintas, pero eso es sólo la primera impresión, si buscamos más detalles encontramos que:
· En la zona 5, sobre todo en el noroeste de California, y en los estados de Washington y Oregón, predomina el Abies Procera, pero resulta que se “hibrida” naturalmente con el Abies magnífica, el cual, poco a poco lo está sustituyendo avanzando desde el norte. Este asunto de “lo está sustituyendo”, se puede entender de varias maneras, lo veremos en otro momento.

Picea Abies, imagen tomada de http://www.caliban.mpiz.koeln.mpg.de/

· Resulta que ese Abies magnífica es un “híbrido” entre el Abies procera y el abeto rojo, que ¡oh, sorpresa! ese abeto rojo es ni más, ni menos, que la Picea abies, una Picea que se “híbrida” con un abeto, dos seres vivos de dos géneros distintos que se cruzan y sus descendientes son fértiles. Interesante esto, va a darnos mucho cuartel, no sólo por lo que supone en sí, sino porque el argumento de más peso que presentan algunos botánicos serios para explicar esta capacidad de “hibridación” de los abetos, es que son evolutivamente muy recientes, dicen que provienen del terciario (lo que es, no decir nada, porque el terciario abarca desde 2 a 65 ma.) y las especies aún no están consolidadas, pero mira por donde, resulta que las Piceas son, según aceptan, las primeras coníferas que aparecieron sobre la Tierra al final de la era Primaria.
· En el interior, en Colorado, Utah y Nuevo México, hay otra variedad de Abeto gigante, que algunos, como no, clasifican como otra especie, la llaman Abies concolor, pero se cruza con el abeto gigante, con el amábilis, con el procera, y hasta con el abeto siberiano, así que no le damos más vueltas.
· El abeto gigante se cruza con todos, hasta con el canadiense y el siberiano.
· Resulta que los dos que nos quedan, el Lasiocarpa, y el amábilis, se confunden muy fácilmente, de modo que para distinguirlos, los criterios son: el amábilis tiene los conos (las piñas), un poco más grandes, y crecen mejor cuando son jóvenes en una sombra cerrada; también, si les da muy bien el sol, los conos pueden tomar una tonalidad azulada. (justo lo mismo les sucede a los abetos de Sicilia, Grecia y Corea, que curioso)
Si estos son los criterios de diferenciación específica, prepárense y no pierdan la oportunidad, empiecen a clasificar nuevas especies de seres humanos o de perros, y si alguien piensa que me voy a los animales, da igual, empiecen a clasificar nuevas especies de rosas, habichuelas, violetas, etc.
Afortunadamente, y dado que no podía ser de otra manera, todos los abetos del Oeste de Norteamérica, no son copias idénticas, y tienen sus diferencias, como las poblaciones de cualquier especie de seres vivos.
Visto lo que hay en cuanto a los abetos vivos en el mundo, podemos afirmar que hay una sola especie de abeto, al que llamaremos desde ahora Abies abies, con una amplia variedad morfológica en base a la cual, se pueden distinguir cuarenta o cincuenta variedades o poblaciones locales.
Quedan abiertos tres asuntos:
1 - Definir los parámetros de la variedad morfológica actual de la especie Abies abies.
2 - Dilucidar si la causa de la variabilidad morfológica es genética, ambiental o una interacción de ambas.
3 – Dilucidar si el abeto rojo Picea abies, está mal clasificado, y es un abies, o si está bien clasificado, y entonces ¿qué relación de parentesco existe entre Abies y Picea?.
Ánimo, la veda está abierta, yo voy a dejar por el momento de escribir entradas sobre este tema, se aceptan sugerencias.

La información sobre las hibridaciones es de:
U . U. S. DEPARTMENT OF AGRICULTURE
FOREST SERVICE
PACIFIC SOUTHWEST FOREST AND RANGE EXPERIMENT STATION
POST OFFICE BOX 245
BERKELEY, CALIFORNIA 94701
OFFICIAL BUSINESS
POSTAGE AND FEES PAID
US DEPARTMENT OF AGRICULTURE

Y la información sobre los criterios de diferenciación específica es de http://www.conifers.org/

Semogil 13 de Diciembre del 2.009

viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? VI -- Los abetos Norteamericanos


Esquema orientativo elaborado sobre el mapa físico de América del Norte del Atlas de Bachillerato de la editorial Aguilar. 1- A. balsamea; 2- A. phanerolepis; 3- A. fraseri; 4- A. grandis y otros; 5 – A. procera y otros; 6 – A. guatemalensis.
Vamos a ver en esta entrada los abetos del Este de Norteamérica, algunos autores distinguen allí tres especies de abetos:
1 - Abeto del Canadá, Abies balsamea, crece en el centro y este del Canadá.
2 – Abeto atlántico, Abies phanerolepsis, crece en la costa de Canadá, al sur de Quebec y en las montañas costeras del Noreste de los EEUU, principalmente en el estado de Virginia.
3 – Abeto de los Apalaches – Abies fraseri, crece más al sur, a lo largo de la cordillera de los Apalaches.
Como era de esperar después de lo que ya hemos visto, algunos autores consideran que son tres especies distintas; otros consideran que el abeto del Canadá y el de los Apalaches son dos especies distintas, y el atlántico es un híbrido natural entre las dos; y otros, por último, consideran que los tres son una sola especie que presenta tres variedades o subespecies, puesto que los tres se “hibridan” naturalmente.[1]
El número 6 en el mapa es un abeto centroamericano, que está en peligro de extinción, principalmente por que los ejemplares jóvenes se talan a miles, para usarlos como árboles de navidad. Está suficientemente aislado de las demás poblaciones para no presentar problemas; por el momento, no hemos encontrado información sobre su “hibridación” con otras poblaciones de abetos.
El lio descomunal, está en los abetos del Oeste de Norteamérica, he de confesar que me ha dado verdadero dolor de cabeza, el poder aclararme un poco con la información tan contradictoria que hay, pero ahora ya lo entiendo, es el sitio que hemos buscado por todo el hemisferio boreal, el sitio en el que hay varias especies de abetos creciendo juntas, por algo en esa zona de América está Hollywood y estaban las famosas minas de oro del oeste americano. El filón que he encontrado es más grande de lo que podía esperarme, pero eso queda para otra entrada.
Aún queda algo importante que decir de los abetos del Este de Norteamérica, pero antes conviene ver estos excelentes dibujos del “híbrido” entre abeto de los Pirineos y pinsapo.[2]

Dibujo tomado del excelente trabajo sobre el "híbrido" abies masjoanni entre el abeto blanco y el Pinsapo que aparece reseñado en la nota 2
En ellos se puede ver claramente que el abeto de los Pirineos, que es el mismo que hay en los Alpes y en el resto de Europa, tiene en las ramillas pocas hojas y colocadas como en dos bandas a ambos lados, pues exactamente lo mismo pasa con el abeto de Siberia y con el abeto del Canadá, la disposición de sus hojas es muy similar (por supuesto, las tres poblaciones de abetos se cruzan si crecen juntas).
Mientras que si observamos la disposición de las hojas del pinsapo, vemos que están dispersas radialmente alrededor de la ramilla, justo eso mismo ocurre con todas las poblaciones de abetos del norte de África y Sicilia, y también ocurre eso con las poblaciones de abetos situadas más al sur en Ásia, y curiosamente con el Abeto centroaméricano.
Y en el caso de las tres variedades de abetos que hay al Este de América, conforme bajamos desde Canadá hacia el sur, aumenta el número de hojas en las ramillas, como se ve que sucede en el centro de los dibujos anteriores.
Pronto alguien puede empezar a sacar conclusiones sobre si son los genes, los efectos del ambiente, o la interacción entre ambos, los que acaban decidiendo la morfología detallada de los abetos.
No he hecho, más que apuntar una relación bastante evidente, esto ha de ser objeto de un trabajo largo y serio.[3]
Explicaré pronto lo que me he encontrado en el Oeste de Norteamérica.
[1] (E. Munray 1.982)
[2] D. Soto García et al – “Descripción del híbrido Abies x masjoannis” Invest Agrar: Sist Recur For (2004) 13 (2), 347 – 356.
[3] Lleven cuidado con las fotos en la red, que cada uno le pone al abeto el nombre que quiere y ya he pillado bastantes gazapos.
Semogil 11 de Diciembre del 2.009

miércoles, 9 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? V Los Abetos asiáticos

Esquema elaborado sobre el mapa físico de Asia del Atlas de Bachillerato de la editorial Aguilar
Distribucción geográfica de las cinco especies de Abetos de Asia: 1 – Abeto de Siberia (Abies sibirica); 2 – Abeto blanco siberiano (Abies nephrolepsis); 3 – Abeto del Himalaya (Abies spectábilis); 4 – Abeto de Pindrow (Abies pindroe): 5 – Abeto japonés (Abies firma).
Es posible que algún lector del blog, esté ya cansado de tanto abeto, esto es algo parecido a una investigación contada en tiempo real. Yo tengo que seguir hasta donde pueda. Si no os interesa por donde va esto, decídlo en algún comentario y cambiaré de asunto, hay mucho que tratar. Pero está claro que yo voy a seguir hasta saber lo que pueda sobre este asunto de los abetos que está resultando más jugoso de lo que me podía haber imaginado, y si no, atentos:
He tenido que dibujar el mapa de arriba porque no he encontrado ninguno, puede que no sea muy exacto y menos a esa escala, pero sirve al menos para orientarnos.
En Asia se clasifican normalmente cinco especies de abetos, el Abeto siberiano (Abies sibirica) que crece en toda la taiga asiática, llega hasta los 67 grados de latitud Norte; hay una población aislada geográficamente del resto, en Kyrgyzstan, y como no, hay algunos que lo clasifican como una especie distinta.[1]
El segundo es el abeto blanco de Siberia, también conocido como abeto coreano (Abies nephrolepsis), vive en las dos Coreas, en China y en las regiones pacíficas de la antigua URRS, llamadas Amur, Khabarovsk y Primorye. Algunos autores[2] consideran que es sólo una variedad del abeto siberiano, con el que por supuesto se cruza naturalmente.
El tercero es el abeto del Himalaya (Abies spectabilis) que vive en el Himalaya, desde el norte de Afganistán, en la India y en China y el Nepal, vive hasta los 4.200 metros de altitud.
El cuarto es el abeto de Pindrow (Abies pindroe) que vive a menos altura que el anterior, en una franja que va desde Pakistán hasta la India, pero resulta que se “hibrida” naturalmente con el Abeto del Himalaya, así que hay bosques en China y Nepal, que no se puede distinguir claramente de cuál de las dos especies son[3]



Abeto de Corea, Abies nephrolepsis

Y el quinto es el abeto del Japón (Abies firma) que vive en las montañas de las tres islas más grandes del archipiélago japonés.

Vemos pues que las poblaciones de abetos asiáticas están separadas geográficamente, no hay ni un solo bosque (y mira que Asia es grande) en el que convivan dos especies de abetos; y las poblaciones que se aproximan, se cruzan (hibridan, dirían ellos) entre sí.
Exactamente lo mismo que vimos que pasa en Europa. Pero además resulta que:
El abeto de los Pirineos (A. alba), se cruza con el Coreano (A.nephrolepsis).
El abeto de los Pirineos (A. alba), se cruza con el siberiano (A. sibirica).
El Pinsapo (A. pinsapo), se cruza con el de Pindrow (A. pindroe).[4]

Así pues, esto parece una guasa, parece que no sólo los abetos europeos son una sola especie, sino que también se cruzan naturalmente con los asiáticos. Así que por lo que estamos viendo, los abetos euroasiáticos son una única especie con muchas variedades locales.
Sólo nos queda ver qué pasa con los abetos de Norteamérica.
Ánimo, queda poco.

[1] Unos dicen que es una variedad del siberiano, otros que es una especie distinta: Abies semenovii (B. Fedisch), pero la mayoría mantienen que es el abeto siberiano, por supuesto que es interfecundo con el.
[2] Trautv. Ex Maxim
[3] Vidakovic – 1.991, y Vladimir. Dinets – 2.004
[4] U . U. S. DEPARTMENT OF AGRICULTURE
FOREST SERVICE
PACIFIC SOUTHWEST FOREST AND RANGE EXPERIMENT STATION
POST OFFICE BOX 245
BERKELEY, CALIFORNIA 94701
OFFICIAL BUSINESS
POSTAGE AND FEES PAID
US DEPARTMENT OF AGRICULTURE
Semogil 10 de Diciembre del 2.009

lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? IV

Distribucción actual de las coníferas - Imagen de http;//cienciaescolar.net

No ha costado mucho encontrar una respuesta a la pregunta que plantee, y que conservamos como título, el asunto no es tan sólo una cuestión de un término, alguien puede pensar: ¿qué importancia hay en llamarlas especies o variedades, es un detalle para los expertos?. Pero no se trata del nombre que le demos, se trata de lo que realmente son, de momento he podido confirmar que cuatro de las 9 supuestas “especies” de abetos del Mediterráneo, son interfecundas y sus descendientes, fértiles, luego son árboles de la misma especie, no pueden vivir juntos sin cruzarse manteniendo cada uno su propia morfología, sus caracteres se entremezclan.
Por lo tanto es un “apaño evolutivo” llamar híbridos a los cruces entre variedades de la misma especie.
Esto es sólo el comienzo de una investigación que no se hasta dónde nos puede llevar, en otros trabajos anteriores a este blog, ya reuní gran cantidad de informes científicos que refutan el paradigma evolutivo, ahora, intentaré vislumbrar algo de lo que ha sucedido realmente con los seres vivos en la tierra a lo largo de las eras geológicas, y de momento, el asunto está centrando en los abetos, que pertenecen a las coníferas. [1]
Presencia de fósiles de los principales grupos - Imagen de www.antartica.uchile.cl

Según se nos cuenta, las coníferas están en la tierra desde la última parte de la era primaria, y todas las especies que existieron entonces, procedían de unos antepasados que no eran coníferas, y todas ellas, tal como eran, se extinguieron porque fueron evolucionando a otras especies cada vez más modernas, hasta llegar a las que viven en la actualidad.
Creo que esto no es realmente lo que ha sucedido, no puedo precisar todavía qué es lo que ha pasado con las coníferas, ¿cómo se han originado?, ¿cuántas familias y especies hay realmente?, ¿Cuál es la variedad especifica que se puede aceptar?, etc. pero pienso revisar toda la información botánica y paleobotánica a mi alcance para intentar una interpretación sin el prejuicio evolucionista.
Esto es una tarea ingente, por ello si alguien que vea esto, quiere colaborar, bienvenido de antemano.
Pienso, y cuanto más me informo, más me convenzo de que no estoy muy descaminado, que no sólo en la actualidad hay muchas menos especies de coníferas de las que nos dicen, sino que también, llevan en la tierra mucho más tiempo –y sin evolucionar- de lo que ningún evolucionista quiere admitir.
Voy a contar un caso tan reciente, que la información es del mes pasado. Se trata de un tipo de ciprés (cedro según los autores o Thuya según otros) llamado Papuacedrus papuana, una conífera de algunas islas de Oceanía, que actualmente se encuentra sólo, en las zonas tropicales montañosas de Nueva Guinea (Papua) y las Molucas. No es necesario repetir ahora toda la interpretación desde el paradigma vigente de cómo la evolución ha trabajado, codo con codo, combinando la adaptación, la selección natural, y el aislamiento geográfico, hasta llegar a esa especie endémica.
Por otro lado, en la Patagonia (sur de Chile y Argentina), se habían encontrado algunos restos de un ciprés fósil, clasificados como pertenecientes a la especie extinta Libocedrus prechilensis, a la que se considera antepasado evolutivo del actual ciprés del sur de los Andes.
Pues bien, se acaba de publicar un informe en el que se cuenta que se han encontrado en la Patagonia, nuevos y mejores restos fósiles de esta última especie, incluyendo conos (frutos) adheridos al follaje, con semillas inmaduras, también se han podido precisar el tipo, la forma y la disposición de los estomas de las hojas, y con amplitud de miras y de conocimientos, los paleobotánicos que han llevado la investigación, los han clasificados como semejantes a los del actual Papuacedrus papuana . [2]

Fósil de papuacedrus papuana encontrado en la Patagonia - Imagen de http://dayala1.readyhosting.com

Los fósiles son del Eoceno, de hace unos 50 ma. (según las edades generalmente aceptadas). Aparte de las repercusiones de la conexión paleogeográfica entre las islas de Oceanía y la Patagonia, está el asunto de la interpretación evolutiva que se ha dado hasta ahora para explicar la existencia del Papuacedrus.
Y por si eso es poco, según las estimaciones más desfavorables, un ciprés alcanza la madurez reproductiva entre los 10 o 15 años, por lo que poniéndonos en lo peor, podemos considerar una nueva generación de cipreses cada 25 años, por lo que el Papuacedrus, lleva en la Tierra, al menos 2.000.000 de generaciones sin evolucionar, ni siquiera en la forma y disposición de los estomas de sus hojas. ¿Qué curioso, verdad?.



[1] Las coníferas son un gran grupo de vegetales superiores, que además de especies, géneros o familias de árboles extintos, engloba a los actuales: pinos, abetos, cedros, secuoyas, cipreses, piceas y otras familias menos conocidas.
[2] Peter Wilf, Stefan A. Little, Ari Iglesias, María del Carmen Zamaloa, María A. Gandolfo, N. Rubén Cúneo, and Kirk R. Johnson. Papuacedrus (Cupressaceae) in Eocene Patagonia: A new fossil link to Australasian rainforests. Am. J. Bot. 2009 96: 2031-2047.
Semogil 7 de Diciembre del 2.009

sábado, 5 de diciembre de 2009

¿Especies o Variedades? III



Ya hemos encontrado la respuesta a la pregunta que encabeza estas tres últimas entradas, los abetos circunmediterráneos, a pesar de todo lo que quieran decirnos, no son 9 o 10 especies distintas, son sólo variedades de una única especie, son abetos, y no sabemos qué nombre específico sería el adecuado.

Abeto Griego - Abies cephalonica - Imagen de http://www.theoi.com/
Sólo buscando un poco, hemos encontrado que:
· El Abies cephalonica, el abeto que vive en Grecia, se hibrida naturalmente con el abeto blanco que vive en Los Balcanes , y no es que ocasionalmente se puedan hibridar, sino que los híbridos son fértiles y forman grandes bosques en las montañas que separan el noreste de Grecia, de la antigua Yugoeslavia, se le llama Abies borisii.[1]

· Resulta que el Pinsapo se hibrida con el Abies cephalonica (el abeto griego), como pudieron comprobar en Verrieres, al sur de París hace ya un siglo, le pusieron Abies Vilmorini (Mast) y por supuesto, sus descendientes son fértiles.[2]
· Resulta que también el pinsapo se hibrida espontáneamente con el abeto blanco, el de Los Pirineos, y a sus descendientes les llaman Abies masjoani, por el nombre de la masía catalana y de su propietario que fue el que tenía abetos, plantó pinsapos y vio lo que pasaba al plantar las semillas, nacieron árboles con mezcla de sus características, y por supuesto, son fértiles.
De momento no hemos encontrado más datos, pero con esto ya es suficiente, nadie se extraña de que de la unión de un blanco y una negra, nazca un mulato, y mucho menos se les ocurre decir que sus padres son cada uno de una especie.
Si saben que las distintas poblaciones de abetos mediterráneos son fértiles entre ellas, por qué siguen diciendo y escribiendo que son especies diferentes, ¿es que han olvidado que existe el término variedad?, ¿ya no recuerdan la definición de especie?, ¿es un ligero descuido?, ¿nadie se atreve?, ¿o hay otra intención?.
Abies borisii - Imagen de http://www.muhlenberg.edu/

Ahora debo seguir tirando del hilo, vamos a ver si encontramos más datos de estos cruces que les ha dado por llamar hibridaciones, y a ver qué pasa con el resto de poblaciones de abetos que hay por el mundo.

[1] Hewit, G.M. “The genetic legacy of the Quaternary ice ages” Nature 405 – p. 910
[2] D. Soto García et al – “Descripción del híbrido Abies x masjoannis” Invest Agrar: Sist Recur For (2004) 13 (2), 347 – 356
Semogil 5 de Diciembre del 2.009




Especies o Variedades? II


Cono y ramas de Abies normanianna que es el que vive en El Caucaso, entre el mar Negro y el mar Caspio

En la entrada anterior, resumimos de una forma coloquial, lo que pensaban los botánicos evolucionistas actuales sobre el origen de las distintas especies de abetos de la región mediterránea. Pero voy a intentar ser más riguroso y a proceder un poco más acorde con el método académico, porque lo que está en juego no es una cuestión de términos, es una cuestión de validez o invalidez del paradigma evolutivo.
Vamos a citar algunas de las cosas que han escrito los científicos sobre este asunto:
· “El periodo de aparición de las distintas especies circun-mediterráneas del género Abies, así como el lugar de origen y posteriores migraciones, es aún un tema controvertido al no existir evidencias suficientes que expliquen las relaciones inter-específicas y la disyunción actual de su área de distribución.[1]
· Durante el Pleistoceno inferior (unos 5 ma.), Parece que la cuenca mediterránea debió estar ocupada por extensos bosques del antepasado común de los abetos mediterráneos actuales[2]
· A partir de ese ancestro común, por diversas migraciones y fragmentaciones se ha llegado a las especies actuales, en las cuales se pueden distinguir dos grupos bien diferenciados: abetos arcaicos y abetos modernos.[3]
· Los abetos del sur (los pinsapos y el resto de especies del norte de África, Sicilia, Grecia y Asia menor) son los más arcaicos, y los del norte, como el abeto blanco (Pirineos, Apeninos, Balcanes y Alpes) son los de rasgos más modernos, lo que indica una especiación más tardía.[4]
· La reducción de los bosques de abetos y la formación de las distintas especies, se debe a una progresiva aridificación del clima que ha sido más patente en la zona del mediterráneo sur. Todo esto dentro del contexto del calentamiento global del planeta.[5]
Cono y ramas de Abies nebrodensis que es el aneto que vive en las umbrias altas de las montañas de Sicilia

· A mediados del Mioceno[6] (15 – 20 ma. ¿?) las grandes extensiones de bosques de abetos empezaron a fragmentarse y retirarse, debido a alternancias climáticas con periodos húmedos y secos, empezando por el mediterráneo sur-este, y avanzando progresivamente hacia el Oeste y el Norte.[7]
· A pesar del gran parecido morfológico de algunas de estas especies, las distancias genéticas entre ellas, (medidas calculando las diferencias que existen entre alguna de sus encimas) son elevadas.[8]
· Parece ser que lo que más afecta a los abetos, y que está mermando en la actualidad las poblaciones de pinsapos que viven a menor altitud, es el ramoneo y la extremada sequedad de los veranos, que los hace más débiles ante los ataques de hongos y perforadores.[9]
El resumen es más o menos el que expresábamos en la entrada anterior. La existencia de los distintos tipos de Abetos alrededor del Mediterráneo se explica de acuerdo con el paradigma evolutivo, con unas pinceladas de calentamiento global, tan de moda para alcanzar subvenciones y con otra pizca de genética que le otorga el sello de “comprobado”, “demostrado”.

Cono y hojas de Abies numídica que es el abeto que vive en las umbrias de las montañas del norte de Argelia en el Norte de África. Imagen de www.dkimages.com

Veremos que queda en pie de todo esto, si nos atrevemos a considerarlo desde otra perspectiva, y no desde el paradigma evolutivo. Ahora que he mordido la presa, no pienso soltarla.

[1] Blanco E. et al. “Los bosques ibéricos” Edit.
Planeta 1.997
[2] Meyen, S.V. “Fundamentals of Paleobotany” Chapmam and Hall London 1.987
[3] Farjon, A & Rushforth, K.G. “Classification of Abies Miller (Pinaceae)” Notes of the Royal Botanical of Edinburgh – 46 p. 59 – 79. – 1.989
[4] Alba Sánchez, F. et al – “Historia paleoecológica y modelo de idoneidad de Abies alba Mill. En la cordillera Pirenaica” Pirineos 164 p. 95 – 2.009
[5] Aussenac, G. “Ecology and ecophysiology of circum-mediterranean firs in the context of climate change” Anuals of forest science – 59 p. 823 – 832 – 2.002
[6] En esa época fue la orogenia “Alpina”, y se formaron los Alpes, el Himalaya, los Pirineos y las cordilleras Béticas que emergieron del mar. Por lo que imaginamos que quiere decir después de la orogenia, no podemos hablar de poblaciones de Abetos en montañas que no existían.
[7] Carrión, J.S. et al “Glacial refugia of températe Mediterranean and Ibero-North African flora in south-eastern Spain: new evidence from cave pollen at two Neanderthal man sites” Global Ecology y Biogeography – 12 p. 119 – 2.003
[8] Scaltroyannes, A et al “Allozyme differentiation in the Mediterranean firs Abies. A firs comparative study with phylogenetic implications” Plant Systematics and Evolution – 216 p. 289 – 307 – 1.999
[9] Linares, J.C. y Carreira, J.A. “El pinsapo, abeto endémico andaluz” Ecosistemas – 15 – 2.006
Semogil 3 de Diciembre del 2.009

lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Especies o Variedades?

Imagen de www.fotosnatura.org

En el pasado otoño, realicé con mi esposa una grata visita a la umbría de la sierra del Pinar, al bosque de Pinsapos que hay cerca de Grazalema en Cádiz. A lo largo de la visita, la persona que nos guiaba, al ver que buscábamos alguna semilla de pinsapo, nos dijo que las autoridades del parque no ven con buenos ojos que se planten pinsapos en otros lugares, ni que se traigan cerca del pinsapar otras especies de Abeto, pues temen que al final, se hibriden y se pueda perder la originalidad del Pinsapo.
Este comentario ha dado vueltas en mi cabeza, y creo que lo voy a usar para adentrarme desde el punto de vista biológico, (botánico en este caso) en el crucial y delicado asunto de las especies. Voy a empezar por citar algunas generalidades de los Abetos para centrar un poco el tema, ya que el Pinsapo es una especie del género Abies (abetos).
Los Abetos pertenecen a la familia de las Pináceas, son árboles que pueden llegar hasta los 80 metros de altura, porte de gran cono agudo, con un tronco solitario y generalmente recto, las ramitas, se van abriendo con un ángulo muy pertinaz de 60 grados; se distinguen de los pinos porque sus hojas están sujetas a las ramitas por un pie que recuerda en su forma una ventosa, y porque los conos (piñas) que sólo aparecen en la copa del abeto, son erectos, no cuelgan de las ramas, y cuando maduran, no caen como las de los pinos, sino que sueltan las brácteas y las semillas, perdurando durante un tiempo en su lugar el eje central del cono.
Imagen dehttp://1waste.ideal.es
Los abetos están en la actualidad muy extendidos por todo el hemisferio boreal (norte), no existen abetos en el hemisferio sur. Según los autores, hay entre 54 y 60 especies de abetos[1] una de ellas es el Abies Pinsapo (Boiss 1.838). En la península hay varios enclaves de Pinsapos en las laderas norte o noroeste de montañas calizas en las provincias de Málaga y Cádiz, destacando los de la umbría de la Sierra del Pinar junto a Grazalema y la umbría de la Sierra de las Nieves al sur de Ronda.
También existen otras pequeñas poblaciones de Pinsapos en el norte de África, en umbrías del Rif occidental, que algunos clasifican como otra especie diferente, a la que llaman Abies marocana[2] . Otros botánicos, clasifican los Pinsapos de los dos lados del estrecho como miembros de la misma especie. De momento ya tenemos un asunto delicado, ¿Cuánta ha de ser la diferencia morfológica para nombrar una nueva especie?. ¿Puede ser éste un criterio serio y objetivo?. Volveremos sobre este detalle, ahora estamos introduciendo el tema, no resolviendo las cuestiones, nos falta perspectiva.


Imagen de www.laserraníanatural.com
Si observamos con detenimiento el mapa, vemos que en Europa hay 9 especies de Abetos, una de ellas es el Pinsapo. Me llama especialmente la atención, que en ningún sitio conviven dos especies de abeto, son poblaciones separadas, y cada población se ha clasificado como una especie distinta. Esto nos lleva a plantear una cuestión que es la que nos interesa resolver, ¿por qué se habla de hibridación de los abetos, en ver de hablar de cruces?.
Dejando a un lado los híbridos artificiales[3], nos referimos a los híbridos naturales forestales, estamos con los abetos, pero podríamos hablar de los Quercus (encinas). Cuando se trata de razas o variedades de una especie se dice cruzar (como se hace con los perros cuando cruzas un bóxer con un dálmata). Cuando se trata de especies, normalmente, no se hibridan, y si lo hacen, los híbridos son estériles o revierten a una de las dos especies originarias.
Cuando lo que tenemos son dos especies diferentes, ambas pueden vivir entremezcladas en una misma zona y cada una mantiene las características propias de su especie. ¿Por qué no hay abetos de dos especies distintas viviendo juntos en Europa?.
Yo soy consciente de que los evolucionistas piensan que el aislamiento geográfico al que están sometidas están poblaciones de abetos, están convirtiéndolos en especies distintas, y que si pasan suficiente tiempo separadas, después, aunque se junten, ya no serán inter-fecundas, y que si ahora, algunas de ellas, se hibridan, es porque todavía no llevan suficiente tiempo separadas. Esto suena bien, pero hay que ver si podemos aportar argumentos a favor o en contra de esta argumentación.

[1] Algunos autores dicen que hay unas especies de abeto de primera categoría, y otras de segunda, esto es, que son subespecies de las anteriores.
[2] Por ejemplo: Trabut in Bull. Soc. Bot. France nº 53 (1.906)
[3] Los híbridos artificiales, especialmente hortalizas y flores ornamentales, tienen la peculiaridad de que o bien son estériles, o retornan a las especies originarias. Han de hibridarse artificialmente en cada nueva generación.
Semogil 30 de Noviembre del 2.009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

¿Tienen alma los cultivos de tejidos humanos?

Imagen de www.infermeravirtual.com
Las continuas innovaciones en el campo de los cultivos de tejidos humanos requieren nuevas reformulaciones tanto en el campo de las propias técnicas de cultivo en sí, como en el ámbito de la bioética e incluso en el de la metafísica.
Voy a centrarme en estas últimas, que han sido objeto de algunas discusiones en las que afortunadamente he podido participar en este último año. En concreto, las preguntas más significativas que nos planteábamos eran las siguientes:
· Si el alma de un hombre es una e indivisible, es la que anima, la que mantiene al cuerpo con vida, entonces un tejido humano separado del resto del organismo, ¿tiene alma?.
· Si aceptamos que un fragmento separado tiene alma, puesto que es evidente que el organismo humano del que se ha separado ese fragmento, sigue vivo, ha de aceptarse que el alma es divisible.
· Si por el contrario consideramos que el fragmento separado no tiene alma, sería en cierto modo un cadáver, estaría muerto, sin vida.
· Pero si ese tejido humano no tiene vida, ¿cómo puede suceder que colocado en un medio adecuado –en cultivo-, sus células se reproduzcan y crezca?.
· Si ese tejido cultivado no tiene vida, ¿cómo puede injertarse de nuevo en el cuerpo del que se había tomado el tejido y ser aceptado?.
· ¿Puede existir la vida de tejidos humanos sin alma?. En tal caso, ¿qué es la vida?.
Voy a intentar acercarme a una respuesta a estas cuestiones.
Es evidente que el hombre no tiene capacidad regenerativa, entendiendo por tal la facultad que tienen muchos árboles y algunos animales como la estrella de mar, de regenerar un organismo completo a partir de cada uno de los fragmentos en los que se ha dividido.
Es evidente que cualquier parte separada de un ser humano –independientemente de que sea un fragmento de tejido, un órgano o un miembro- abandonada a su suerte, comienza un proceso de corrupción.
Este proceso de corrupción, puede ser retenido en determinadas condiciones, de las cuales, la más conocida es el frio.[1]
Este proceso de corrupción es progresivo y pasa por varios estados: “Pues separada el alma, el cuerpo del animal no se descompone inmediatamente en los elementos, sino que esto se produce a través de muchas corrupciones intermedias, al reemplazarla en la materia muchas formas imperfectas, como es la forma del cuerpo muerto, y luego putrefacto, y así en adelante”[2]
Cualquier fragmento de tejido humano separado no tiene alma de ningún modo, pues:
· No tiene un alma intelectiva humana, puesto que no tiene potencias intelectivas.[3]
· No tiene un alma sensitiva, puesto que no tiene órganos adecuados para sentir, ni se dan en él la facultad apetitiva, ni la locomotriz.[4]
· Y no tiene un alma vegetativa, puesto que no es capaz de nutrirse, crecer o reproducirse.[5]
Así pues un fragmento de tejido humano –y lo mismo puede decirse de un órgano o de un miembro separado- no tiene alma, y por lo tanto no tiene vida puesto que: “Un ser vivo no puede existir sin alma”. [6]
La mayoría de las personas saben que en el caso de amputación -de por ejemplo un dedo-, lo más conveniente es mantener el dedo amputado frio, rodeado de cubitos de hielo y acudir rápidamente al hospital. Del mismo modo cuando se toma un fragmento de tejido humano para hacer un cultivo, o un órgano para un trasplante, no se deja encima de la mesa hasta el día siguiente, hay un variable, pero siempre breve espacio de tiempo antes de que el proceso de corrupción se desencadene irreversiblemente.
Y es en ese breve espacio de tiempo en el que interviene el hombre, y artificialmente, imitando toscamente a la naturaleza, toma ese fragmento de tejido humano sin alma, que ya no es un ser vivo, y lo reanima, ejerciendo él, el científico, muy rudimentariamente, algunas de las más elementales de las funciones que el organismo humano ejerce naturalmente sobre ese fragmento de tejido cuando forma parte de ese compuesto de alma intelectiva-cuerpo que somos cada uno de nosotros.
Lo más usual es colocar ese tejido humano a una temperatura adecuada, unos 37 grados centígrados, con una mezcla de gases apropiada: un 5% de CO2 y un 95% de O2 ; y bañado con una solución nutritiva en la que se regula el ph, la concentración de glucosa, y a la que se añade lo que se denominan “factores de crecimiento” que son derivados sanguíneos principalmente suero obtenido a partir de sangre humana o de la de bóvidos no nacidos.
El principal problema de la utilización terapéutica de estos tejidos humanos cultivados es que en el cultivo, las células se reproducen, pero en ningún caso forman órganos ni estructuras fisiológicas, sino una masa amorfa de células.
Sin olvidar la diferencia entre la forma sustancial (esencial e inmaterial) y la morfología (accidental y material), entendemos que “Propio del alma es ser forma de algún cuerpo”[7]. Por ello, el cultivo de tejidos humanos no puede formar un cuerpo ni en sus más elementales estructuras, puesto que no hay un alma que sea su forma.
Durante algún tiempo, el avance de la ciencia y de la técnica ha llevado incluso a algunos filósofos a creer que el ADN es el que da la forma al cuerpo de los seres vivos. Ahora afortunadamente hay dos pruebas insoslayables de que esa conclusión, no es acertada. La primera es que esas células de los tejidos en cultivo una vez reanimadas, tienen al completo todo su ADN nuclear, su ADN mitocondrial, sus cadenas de ARNm citoplasmático, etc. y no son capaces de construir ninguna forma. Y la segunda es que conforme se van secuenciando más genomas de distintos organismos, mamíferos, reptiles, anfibios, etc.; se va comprobando la extrema similitud en la ordenación de los genes de animales de muy distintos grupos, luego si organismos con cuerpos tan distintos tienen un genoma tan parecido, es que esos genes pueden “fabricar” proteínas, no formas de organismos.
Imagen de http://lacienciaamena.blogspot.com
Recientemente he tenido noticia de que la doctora Doris A. Taylor y su equipo de la universidad de Minnesota, ha conseguido crear un corazón artificial de rata.[8] Resumidamente el procedimiento que ha seguido, es el siguiente:
1. Trató un corazón de rata con unos detergentes especiales que disolvieron suavemente todas las células cardiacas.
2. Conservó la matriz extracelular cardiaca, una red espacial principalmente de colágeno.
3. Introdujo entre esa matriz, células cardiacas de rata obtenidas de ratas neonatales, o en otros casos con células del endotelio de la aorta de otra rata.
4. Cultivó esa estructura con las nuevas células durante 28 días.
5. Al cuarto día, la estructura empezó a contraerse (no sabemos si con algún impulso eléctrico).
6. Al octavo día era capaz de bombear líquido.
Usó la estructura orgánica del corazón de la rata, y sustituyó las células viejas por otras nuevas. Y no será difícil que pronto consigan hacer artificialmente esa estructura de colágeno con la forma de un órgano y se pueda dirigir el cultivo de tejidos hasta la consecución de órganos de repuesto.
De las funciones propias de los organismos que tienen un alma vegetativa, con el cultivo de tejidos, ya se había conseguido artificialmente -a partir de tejidos en la fase entre la separación y la primera forma imperfecta de corrupción, la de cadáver- reanimarlos y conseguir la nutrición, el crecimiento y la reproducción celular. Ahora parece que la función que restaba, la de darse a sí mismo la forma, que no se consigue con los cultivos de tejidos, se va a aportar artificialmente.
Es evidente que un cultivo de tejidos no es un ser vivo, puesto que no es sujeto: “no tiene en sí mismo la potencia y principio, en cuya virtud crece…”[9] sino que es objeto que padece la acción de un sujeto agente que es el investigador. La prueba de esto es lo que sucede cuando el investigador olvida renovar la solución nutritiva, o se interrumpe el fluido eléctrico y se apaga la estufa.
El cuerpo del que proviene el tejido, si se le injerta el tejido cultivado, lo vuelve a aceptar, no lo rechaza, porque lo reconoce como propio, puesto que es un fragmento de él mismo, que no ha llegado a experimentar la corrupción. Imagen de www.texasheartinstitute.org
Es evidente que un ser vivo es un compuesto de alma y cuerpo. Y en este caso que estamos considerando, del cultivo en laboratorio de tejidos humanos, lo correcto es decir que es mantenido con vida, no que está vivo, porque el compuesto, de alguna manera, está formado por un cuerpo que es el tejido cultivado, y el alma del investigador que usando su entendimiento, su voluntad y su libertad, mantiene las funciones vitales de ese tejido evitando su corrupción, de modo que se cumple que: “en el alma humana hay algo por lo que ella puede hacerse todas las cosas y algo por lo que puede hacerlas todas”[10]

[1] Se conocen varios casos, como el famoso hallazgo en 1.991 en el valle de Oetz, en un glacial de los Alpes tiroleses, del cadáver sin corromper de un hombre de la edad de piedra que se estima, llevaba muerto unos 5.300 años. Más información en la universidad de Innsbriuck.
[2] - Aristóteles: “Sobre la generación y la corrupción” 318a35.
- Sto. Tomás de Aquino: “Comentario al libro de Aristóteles sobre la generación y la corrupción” lecc.8 – 60-3. Eunsa 2.005.
[3] - Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c79 a1. BAC 2.001.
[4] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 3 - 414a30. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c78 a1. BAC 2.001.
[5] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 4 - 415a25. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c78 a2. BAC 2.001.
[6] - Aristóteles: “Partes de los animales” libro I - 641a20. Gredos 2.000.
[7] - Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c75 a5. BAC 2.001.
[8] - HC. OTT, Nature medicine 14; 213-221 – 2.008.
[9] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 2 - 413a20. Gredos 2.008.
[10] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro III. Cap. 4 – 430a10. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c79 a3. BAC 2.001.
Semogil 6 de Mayo del 2.009

lunes, 23 de noviembre de 2009

El mito de la evolución humana - II


Imagen de una reconstrucción hipotética del hombre de Pekín: http://neanderthalis.blogspot.com
Comentamos en la anterior entrada, que diríamos ahora algo del hallazgo del famoso “Hombre de Pekín”. Vamos a resumir los muchos relatos que sobre este hallazgo hay:
En este caso, curiosamente, como en el del “hombre de Piltdown”, también aparece el jesuita francés Teilhard de Chardin que cooperaba con el servicio geológico de China, y estaba en estrecho contacto con el Dr. Anderson. Los dos eran fervientes partidarios de la evolución, con el único hayazgo del hombre de Java.
En 1.921, el Dr. Anderson, de la Geological Survey of China, encontró en las cavernas de Zhoukoudian, en una vieja cantera de piedra, un fragmento enorme y rectángular de cuarzo. Sabiendo que no existían rocas con cuarzo en todo el distrito, pensó que aquella piedra había sido traída hasta allí por los hombres. Después de encontrar dos muelas, la Rockefeller Foundation (masones y por supuesto evolucionistas), le otorgó una subvención de 20.000 dólares anuales para excavar el yacimiento. En 1.926, después de encontrar una tercera muela, el Dr. Black, canadiense y jefe del proyecto, clasificó los restos como Sinanthropus pekinensis. En Diciembre de ese año publicó su fundamentado trabajo en Nature y en Science y la prensa mundial, rápidamente, se hizo eco del descubrimiento. ¡Con sólo tres muelas!, ¡los hay sabios en verdad!.
Dibujo ciencia-ficcion de los hombres de Pekín en su cueva, tomado de: http://donsmaps-com
La excavación mostró que habían existido dos cuevas, y que en la superior había sido construido un horno, (usado posiblemente para hacer cal), perfectamente montado con grandes piezas de cuarzo que estaban cubiertas de hollín por un lado; en algún momento, el suelo de la cueva superior se desmoronó, dejando caer en la cueva inferior, aparte de rocas, la no despreciable cantidad de 18.000 m3 de cenizas,.(no se si se hacen una idea de lo que estamos hablando, esa es la ceniza que podrían transportar 750 “tráiler-bañera”, tuvieron que estar haciendo cal decenas de miles de años en la misma cueva). De entre las cenizas, se sacaron restos de unos catorce cráneos con otros huesos de ciervo, etc. Todos los fragmentos de cráneos, tenían aspecto completamente simiesco, y todos ellos tenían la base del cráneo aplastada y la región del foramen occipital rota para extraerles el cerebro y comerlo.
Aparecieron también bastantes piezas de cuarzo muy bien cortadas para que encajasen, (formarían las paredes del horno, ¿saben de alguien que tenga o haya tenido un horno construido con bloques rectangulares de cuarzo?), y también huesos cortados y trabajados. Pues con todo esto ya tenemos un hombre-mono que aunque tenía aspecto totalmente simiesco, construía hornos, tallaba cuarzo y huesos, y conocía el fuego, sabía hacer cal, y la usaba… ¡Magnífico!, el Homo erectus, encontrado por Dubois, había prosperado.

En 1.934, se hallaron en otra parte de la cueva, lejos de la ceniza, cinco cráneos perfectamente humanos. El sucesor del Dr. Black al mando de la excavación, el Dr. Weidenreich, ocultó estos cráneos hasta el año 1.942. En 1.937 el antropólogo francés Marcellin Boule fue al yacimiento, y aunque no le dijeron nada de los cinco cráneos humanos, en su informe dijo que el horno y la cantera eran obra de hombres, y que esos hombres se habían comido unos monos, cuyos restos eran los primeros restos encontrados. Para los chinos, los sesos de mono son una golosina exquisita y preciada aún hoy.
Estalló la segunda guerra mundial y de los fósiles de la cantera de Chou-Kou-tien, que así se llama el lugar, no se ha vuelto a saber nada. Alguién, corrió la noticia de que los habían robado los japoneses, pero en 1.972 el Dr. Christopher Janus descubrió que el gobierno Chino conserva un recibo y está convencido de que los huesos están en EE.UU.; parece que nadie está interesado en que puedan ser estudiados y se descubra lo que realmente son.
A pesar de todo esto, hasta en los libros serios, siguen poniendo los dibujos del Dr. Weidenreich reconstruyendo el “hombre de Java” y el “hombre de Pekín”.
Y no digamos nada del gobierno comunista chino, que ha hecho una escultura de dos metros de altura del cráneo del hombre de Pekín, no se encontró la cara, pero ellos se la han puesto a su gusto.
Así va la cosa, intenten buscar bibliografía sobre el tema y podrán comprobar que nadie dice nada de los cinco cráneos humanos, ni del informe del profesor francés, ni del paradero de los cráneos. ¿Por qué será?.

Escultura del "hombre de Pekín" en la puerta del museo chino de la evolución humana: www. absolut.china.com
Sobre el “hombre de Pekín” puede verse:
- Sanvicens, A. “La verdad sobre la evolución” p. 338 – 341.
- Artigas, Mariano – “Las fronteras del evolucionismo” Edit. M. C. p. 55 – 1.985.
-Stringer, C. y Andrews, “La evolución humana” p. 138.
-Borruso Silvano, “Evolucionismo en apuros” 88 -91
Semogil 23 de Noviembrer del 2.009

domingo, 22 de noviembre de 2009

Así empezó el mito de la evolución humana

Participantes en el asunto del "hombre de Piltdown" - imagen de www.planetacurioso.com

En 1.859, Darwin publicó su conocido libro “El origen de las especies”, en el que retomó las ideas de su abuelo y las de otros que antes de él ya habían postulado el transformismo. Publicó su libro rápidamente, cuando leyó el manuscrito de A.R. Wallace y vio que decía lo mismo que él, y que lo iba a publicar enseguida. [1]
Apenas cinco años después, Ernst Haeckel, publicó su libro: “General morfología” donde planteaba entre otras cosas, la similitud del desarrollo embrionario entre especies muy distintas, su famosa ley biogenética fundamental, con sus menos famosos dibujos amañados, que ya veremos con detalle en otra entrada.
En 1.871, Darwin animado al verse respaldado por Haeckel, publicó su “Origen del hombre”, en el que ya planteó la procedencia humana a partir de un primate. [2]
Enseguida, en 1.874, Haeckel, en sólo tres años ya había resuelto el problema de la evolución humana, y publicó su “Antropogenia o historia de la evolución humana”, en la que fijó 22 especies desde un mono hasta un hombre, las describió y las nombró, toda una hazaña “científica” sin moverse de su despacho. [3] A él le cabe el dudoso honor de haber nombrado al eslabón perdido, al hombre-mono, al Pithecanthropi como él lo llamó, además de algunos nombres ingeniosos en el camino evolutivo como homo stupidus.
Uno de los discípulos de Haeckel, ferviente darwinista, decidió emprender la búsqueda de ese hombre-mono,. El doctor Eugène Dubois, médico holandés, miró la bola del mundo y supo dónde encontrarlo, se enroló en el ejército y se fue a la isla de Java, entonces bajo control de Holanda. Allí, organizó campañas de excavaciones; sus obreros eran los presos; y en las terrazas del río Solo, cerca de Trinil, encontró en Septiembre de 1.891 un diente. En Noviembre de ese mismo año, encontró, a dos metros de donde había estado el diente, un casquete[4] de cráneo muy erosionado. En Septiembre del año siguiente, a unos quince metros del lugar anterior, encontró dos fémures en muy buen estado, y cerca otro diente. Con todo eso, volvió a Europa y comunicó que había encontrado al Pithecanthropus erectus, el eslabón perdido; el cráneo era claramente simiesco, y los fémures eran claramente humanos, luego había encontrado el “hombre mono”. Este es el primer honmo erectus. Dató sus fósiles en el Plioceno.
Huesos presentados como pertenecientes al "hombre de Java"- imagen de http://3.bp.blogspot.com/

Pronto, le advirtieron que la isla de Java emergió del mar en el Plioceno, y tuvo que rectificar, y como muchos no le creyeron, guardó los fósiles en su casa y se negó a hacer declaraciones. Hubo dos expediciones que intentaron confirmar sus hallazgos, una la de Mme. Selenka en 1.925, y otra la de Von Könisgswald en 1.930. A la vuelta, y en vista de lo que habían encontrado, o mejor dicho de lo que no habían encontrado, los dos se entrevistaron con Dubois, que a regañadientes, les enseñó una gran cantidad de fósiles que tenía ocultos bajo el entarimado de su habitación, entre ellos había dos cráneos humanos que admitió haber encontrado junto a los dos fémures. [5]
Así que el famoso Hombre de Java, el primer Homo erectus, era un casquete de cráneo de orangután y dos fémures humanos. Todo lo que hemos contado de la mano de Silvano Borruso, parece no tener ninguna importancia para los evolucionistas, puesto que se sigue enseñando en nuestras escuelas e institutos el famoso hallazgo del Hombre de Java.

A todo esto, los ingleses que no iban a ser menos, encontraron en una cantera en Piltdown una calota[6] craneal, claramente humana y una mandíbula claramente simiesca, junto a algunas herramientas de piedra. Se le llamó Eoanthropus dawsoni, y convenientemente colocados, mandíbula y calota, se entronizaron en lugar de honor en el Museo Británico. Y allí estuvieron cuarenta años como la mejor pieza del museo, hasta que en 1.950 el geólogo del Museo Británico Kenneth Oakley, comenzó a sospechar; sometió los fósiles a un recientemente descubierto método de análisis del contenido en fluorina, y vio que no coincidían los resultados de la calota con los de la mandíbula; se estudió el asunto con seriedad y se pudo comprobar que: se había teñido uno de ellos para que tomase la tonalidad del otro; se habían rebajado con una lima los dientes de una mandíbula de orangután para que pareciesen un poco más humanos; se había roto “recientemente” el cóndilo[7] de la mandíbula, para evitar que pudiera comprobarse que no articulaba con la calota; y las herramientas de silex, eran de Túnez. [8] En esta “estafa – broma”, estuvo implicado el famoso jesuita-evolucionista francés, Teilhard de Chardin, que casualmente en la época del hallazgo, había llegado a Inglaterra procedente de Túnez.
Cráneo del hombre de Piltdown"- Imagen de www.matarhumanos.com

Después del Hombre de Piltdown, vino el no menos rocambolesco hallazgo del Hombre de Pekín, en la que también estuvo involucrado Teilhard de Chardin, pero eso lo contaremos en otra entrada.

Con lo que hemos contado hasta ahora, ya nos podemos hacer una idea de cómo fueron los comienzos de la Paleoantropología, aunque con el paso del tiempo hemos mejorado mucho en seriedad, rigor y comprobaciones, justo es decirlo ahora.
Hemos dejado a un lado el hallazgo en 1.856 del primer Neandertal, precisamente porque fue encontrado antes de Darwin y de Haeckel, y porque los científicos admitieron que habían encontrado el esqueleto de un hombre antiguo, no sintieronm necesidad de inventar nada.
Hemos citado esos casos, porque ilustran muy bien, hasta donde pueden llegar las cosas, cuando se investiga con prejuicios: si vas a buscar un hombre-mono, es mucho más fácil que te convenzas a ti mismo de que lo has encontrado, que si vas al yacimiento simplemente a ver qué es lo que encuentras, sin una idea pre-aceptada, y entendemos que esto es muy difícil, pero el Paleoantropólogo tiene que hacerse violencia a él mismo para intentar conservar la objetividad.

Y que nadie se vaya a quedar muy tranquilo, pensando que eso de tener ya decidido, qué es lo que ha pasado antes de encontrar las pruebas, era algo que pasó en el siglo XIX, lean ustedes:

“Lo que se necesita son formas de algún modo intermedias, “eslabones perdidos” en la retórica tradicional, o dicho aún más crudamente: hombres-mono”. [9] Y estas palabras, no son de Haeckel, ni de Darwin ni de Dubois, ni son del siglo XIX, son del más conocido codirector de Atapuerca, y están escritas en 1.999.
No sabemos bien quién necesita los hombres-mono, si la humanidad, la ciencia, la biología, los paleoantropólogos, los evolucionistas o quién; yo por ejemplo, no los necesito para nada, ¿y usted?.
La sinceridad del autor, lo honra, porque está diciendo claramente que en ciento cincuenta años de empeño, no han conseguido encontrarlos.
[1] Alonso, Carlos Javier – “El evolucionismo y otros mitos” – Eunsa – 2.004 – p. 34 – 37.
[2] Darwin, C. “El origen del hombre” Edit. Edaf – 1.994 – p. 17 – 34.
[3] Di Trocchio, Federico – “Las mentiras de la ciencia” Alianza Editorial. – 1.998 – p. 333 – 337.
[4] Parte superior del cráneo.
[5] Borruso, S. “Evolucionismo en apuros” p. 186 – 188.
[6] Parte delantera del cráneo, lo que serían los huesos de la cara y la frente.
[7] El cóndilo es el extremo de la mandíbula que se articula con la base del cráneo.
[8] Hay un muy elaborado estudio de este asunto en Di Trocchio, F. Op. cit. p. 345 – 391. De él hemos resumido nuestra información.
[9] Arsuaga, J. L. “El collar del Neanderthal – En busca de los primeros pensadores” – Edit. Temas de Hoy – 1.999 – p. 46.
Semogil 22de Noviembre del 2.009