Hasta las personas que defienden que
el hombre posee un alma espiritual, suelen dejar el cuerpo humano a merced de
los zoólogos, como si el cuerpo del hombre fuera el cuerpo de un animal más.
La antropología de Platón que
consideraba al hombre como el piloto de un navío, como si nuestro cuerpo fuera
el traje que llevamos puesto, ha hecho estragos, Platón conectó con la doctrina hindú de la
reencarnación que identifica al hombre sólo con su alma, que va errante a
través de los siglos cambiando de cuerpo. Descartes también sucumbió a esa
visión del hombre, y tras él, la modernidad, y lo que viene detrás de ella,
¿qué otra cosa es la postura postmoderna de la transexualidad: mi cuerpo es mío,
y si no me gusta lo cambio?.
Parece que no queremos ver, más
que aquello que nos interesa para conseguir nuestros deseos. Pero el cuerpo del
hombre no le pertenece al hombre, es el hombre. El cuerpo, es constituyente de
él, no existe el hombre sin cuerpo, el hombre no es un ser espiritual, es un
ser a la vez espiritual, anímico y corporal, puede indistintamente, ayunar, ver
la luz o partirse un brazo.
Y el cuerpo del hombre no es como
el cuerpo de los animales. El hecho de que esté configurado de modo semejante y
que tenga muchos órganos y biomoléculas semejantes, sólo indica que para
respirar el aire atmosférico y captar su oxígeno en las cantidades que necesita
un ser dotado de movimiento, lo mejor son pulmones y glóbulos rojos
(evidentemente estoy simplificando, no pretendo un tratado de fisiología). Para
asimilar los nutrientes de los alimentos, lo mejor es una bolsa donde digerirlos
y un tubo largo en el que ir absorbiendo los nutrientes, etc.
Pero si queremos ver en realidad
la profunda interrelación que existe en el hombre entre su cuerpo, su psique y
su espíritu, tenemos que ser más perspicaces, y que conste que esta
clasificación ternaria, la hacemos para poder estudiarlo mejor, pero no son
partes separables, no existe un cuerpo, un alma y un espíritu como tres piezas
de una máquina. El hombre es una unidad. Mis dedos también soy yo, y si me
corto un dedo, sigo siendo yo, pero me falta un dedo, y ese dedo que me he
amputado, seguiré sintiéndolo el resto de mi vida, (y si alguien lo duda, que
le pregunte a alguien a quien hayan amputado un brazo o una pierna).
No voy a mencionar cosas muy
sabidas y evidentes que indican esa profunda unidad del hombre, como que si te pillan
mintiendo, te sonrojas, o que por un disgusto te sube la tensión y te puede dar
un infarto, voy a comentar sólo tres detalles conocidos, pero menos comentados,
para mostrar que el cuerpo humano no es el cuerpo de un animal, sino el cuerpo
de un hombre. Ya sé que esto implica que el hombre y su cuerpo no han podido
salir de un animal, pero que defiendo eso, es algo evidente para los seguidores
de este blog.
LA AUSENCIA DE CELO
Los vegetales tienen su época de
floración y de fructificación. Todos los animales tienen su época de celo y de
apareamiento, por ejemplo, los perros tienen el celo aproximadamente cada seis
meses, el tiempo necesario para los 61 días que dura el desarrollo embrionario,
unos tres meses de amamantamiento, y otro mes para recuperarse la madre después
de que los perritos ya pueden alimentarse por ellos mismos. La sexualidad para
los perros, como para el resto de los animales, está limitada a esos periodos
de celo, porque el fin primordial de la sexualidad en los animales es la
reproducción, en los perros, la sexualidad tiene como finalidad que existan más
perros.
Pero en el ser humano no es así,
la mujer no tiene épocas de celo, está permanentemente receptiva fisiológicamente
(otra cosa es psicológica o espiritualmente pero no me voy a meter aquí por
razones obvias y porque quiero centrarme en el cuerpo). Sólo un ser dotado de
facultades espirituales como son el entendimiento, la libertad y la voluntad,
puede gestionar una sexualidad sin épocas de celo. Si el cuerpo del hombre fuese
el de un animal, y dado el tiempo que una criatura humana tarda en poder
valerse por ella misma, la mujer sólo estaría receptiva al varón a los quince o
veinte años de haber tenido un hijo (menudo pastel). Por lo tanto, la ausencia
de celo en la fisiología del cuerpo de la mujer, indica que ese cuerpo sólo
puede ser cuerpo de un ser dotado de facultades espirituales (entendimiento,
libertad y voluntad) para poder gestionar esa realidad.
EL ÁNGULO VAGINAL.
En todos los mamíferos, la vagina
sigue como una prolongación del útero, lo que facilita el parto y también el
que el macho monte a la hembra por detrás. En la mujer, la vagina forma un
ángulo de entre 90 y 100 grados con el útero, lo que dificulta enormemente el
parto, obligando al niño al nacer a hacer dos giros para poder atravesar el
canal del parto, con serio riesgo de complicaciones para su vida y para la de
su madre.
Es curioso como los
evolucionistas, no mencionan el origen evolutivo de esta peculiaridad, porque
según su forma de interpretar la realidad, la vagina habría evolucionado desde
una como la de cualquier simio o mamífero hasta la actual, ¿cómo es posible que
la selección natural tan sabia y providente haya seleccionado un giro que ha
provocado tantas muertes de madres y de hijos?. Si la mujer que tuviera la
vagina hacia atrás, pariría con más facilidad y evidentemente tendría más hijos
y su condición se heredaría, etc…
Es evidente que no se puede
aplicar el paradigma evolutivo al ser humano.
El rostro del ser humano por su
expresividad, es el mejor reflejo del alma. El hombre puede hacer lo que quiera
porque es libre, pero por eso mismo, puede hacer lo mejor y puede hacer lo
peor. Pero, tanto la vagina abierta hacia delante, como la curvatura del pene
en la erección, son así fisiológicamente, porque el hombre es un ser espiritual
llamado a darse, a amar al otro, y las relaciones sexuales en el hombre son la
realización de esa unión con el otro, con el que te haces uno, pero no sólo
corporalmente, sino totalmente, uno en cuerpo, alma y espíritu, una unión con
vocación de eternidad. Si uno se da al otro por amor, necesita ver al otro cara
a cara, para estar cerca de su interior, no sólo físicamente. Por supuesto que
es posible tener relaciones estando el hombre detrás de la mujer, el hombre es
libre y existe lo que se llama fornicar, que puede dar placer, pero tiene poco
que ver con el amor, (el que pueda entender que entienda).
Así pues, la inclinación de la
vagina hacia delante y la curvatura del pene indican que el cuerpo humano es el
cuerpo de un ser espiritual, y más aún, esto a riesgo de la propia vida del
hombre, por ello, se puede afirmar que según la naturaleza, la vida espiritual
es más importante que la vida física.
LA MENOPAUSIA.
En todos los animales y
especialmente en los simios, la época reproductiva dura prácticamente hasta la muerte, por lo que la
mayoría de las crías que nacen cuando la
madre es ya mayor, suelen morir al poco de morir la madre. Pero en el ser
humano esto no es así.
En la mujer se da la menopausia,
la época reproductiva, acaba al menos unos veinte años antes de la edad media
de muerte. Evidentemente esto permite a la madre cuidar durante muchos años a
los hijos de su madurez, e incluso colaborar en la crianza de sus nietos.
Esto se debe principalmente a
todos los años de crianza que necesita un ser humano para desarrollar sus
capacidades cognitivas y su compleja situación ante el mundo. Y al gran valor
de cada ser humano.
El que la fisiología de la mujer
presente la menopausia, es indicativo de que su cuerpo y el de su hijo, son cuerpos
de un ser espiritual que necesita una muy larga época de aprendizaje al estar casi
totalmente libre de los condicionamientos instintivos y medio ambientales, y
por ello tener que alcanzar un elevado grado de desarrollo psicológico y
espiritual para poder enfrentarse al mundo y comprenderlo como la realidad que
es.
Estos tres detalles son sólo unas pinceladas que espero estimulen la curiosidad del lector como han estimulado la mia.
Ángel Luis Hurtado
Semogil 2 de Enero del 2.015.