¿De qué manera se adecuan el hombre y el universo?.
He encontrado unas reflexiones sobre este tema en una conversación que mantuvo D. Jorge Mario Posada con el filósofo Leonardo Polo en 1.995,voy a extractar algunas ideas interesantes:
La física se encuentra hoy en un proceso de revisión que suscita serios problemas filosóficos, uno de ellos es la pregunta: ¿Con qué facultad o tipo de operaciones del conocimiento humano se corresponde el universo?, el asunto antrópico, ¿qué es lo que en el hombre se corresponde con el universo?.
Para Aristóteles el universo es inteligible, es el nous del hombre, la inteligencia, lo que se corresponde con el universo, pues éste tiene una estructura inteligible entendible en su orden.
Santo Tomás mantiene con el filósofo que es la inteligencia del hombre la que se corresponde con la inteligibilidad del universo, el aquitaniense añade los datos de la revelación, la finalidad del universo, creado para el hombre, tanto el universo como el hombre han sido creados y vistos como buenos por Dios.
2 - La imaginación y la memoria:
Newton planteó que el universo no es inteligible sino imaginable, no es preciso afirmar que el universo es perfecto, basta con aplicar nuestra capacidad figurativa, esta postura permite aún una matematización del universo, pero se descarta el intento de saber qué es el universo y por qué y para qué existe. A esta imaginación, se puede añadir aunque Newton no lo mencione expresamente, la memoria, puesto que en el universo existen leyes, lo que sucede ahora en el universo tiene que ver con lo que pasó antes.
Así que Newton coloca el universo en correspondencia con la imaginación y la memoria, facultades que pertenecen a las potencias sensitivas internas y que compartimos con los animales, es un descenso de nivel, de algo inmaterial y exclusivo del hombre como es la inteligencia, a algo neurofisiológico común a todos los animales superiores aunque con diferencias notables en el hombre.
3 – La percepción de los sentidos:
Cuando Kepler se encontró que las órbitas de los planetas eran elípticas y no circulares, exclamó: ¡Qué lástima, no es tan perfecto!, y rebajó aún más la correspondencia entre el hombre y el universo. El universo no está formado por figuras o formas absolutas, las figuras dependen de la perspectiva, de la percepción de los sentidos, las constelaciones sólo forman figuras en la imaginación del hombre, si se mirasen desde otro lugar, no formarían esa figura, todo depende del observador y de sus sentidos. Se mantiene la memoria, puesto que se mantienen las leyes, pero se abandona la imaginación.
Otro descenso más, la imaginación, construye imágenes a partir de lo percibido por los sentidos, la física abandona esas imágenes, sólo nos queda lo que percibimos y con la asechanza de que los sentidos nos pueden engañar.
4 – La ruptura total del principio antrópico:
Con la llegada del azar y de la teoría del caos, desaparece incluso la estabilidad que dan las leyes, con lo que se aparta también la memoria, como correlato entre el hombre y el universo, no queda nada que relacione al hombre con el universo, podemos usarlo como queramos, pero no es lícito afirmar algo sobre él, se pueden proponer hipótesis pero todas son igualmente válidas, el universo no depende de condiciones iniciales, porque lo que viene después no tiene que ver con lo que pasó antes, no hay leyes, sólo desde nuestra perspectiva nos imaginamos que las hay.
Se ha roto el principio antrópico, lo que deshace el interés especulativo de la física.
Y ahora digo yo, Ángel: todo este proceso empobrecedor, para que los que defienden la ruptura del principio antrópico con sus planteamientos, nos quieran arrastrar al panteísmo, y defiendan encarecidamente que no existe ninguna verdad sobre el universo, colocándose en flagante contradicción, pues para ellos la verdad sobre el universo es que no existe ninguna verdad sobre él.
Ánimo que no todo está perdido
Semogil 22 de Enero del 2.012.
Publicadas en El conocimiento de lo físico según Leonardo Polo, Juan A. García Gonzalez (ed), Cuadernos de pensamiento español, 2011/4, Servicio de publicaciones de la Universidad de Navarra.