Este es un principio básico en todas las ciencias y también en la vida
cotidiana.
El principio podría enunciarse así: Observando lo que sucede en la actualidad, podemos deducir por analogía lo que sucedió en el pasado.
El principio podría enunciarse así: Observando lo que sucede en la actualidad, podemos deducir por analogía lo que sucedió en el pasado.
Este principio se usa cotidianamente en geología, por ejemplo, observamos, cómo en la actualidad, las olas amontonan la arena en la playa con una estructura muy concreta, vemos que entre los granos de arena, hay conchas de bivalvos, de gasterópodos y restos de alguna ostra.
Estas observaciones que hemos realizado, nos permiten afirmar con bastante
certeza que un paquete de arenas de una época geológica pasada, amontonada con
la misma estructura, y con fósiles de bivalvos, gasterópodos y ostras, se
sedimentó en una antigua playa de unas condiciones geográficas y climáticas
semejantes a la que hemos observado en la actualidad.
Este principio usado cotidianamente, aún sin conocerlo, permite todas las investigaciones policiales y muchas de las investigaciones científicas, pero implica inevitablemente una cierta estabilidad del mundo, que permite adquirir conocimientos gracias a la experiencia. Esta experiencia puede ser previa o posterior. ¿Cuántas veces al observar algo ha entendido claramente un suceso del pasado?, diciendo o pensando: “¡Ah!, así que esto fue lo que pasó”.
Se puede uno imaginar un mundo inestable: si ponemos la sartén en el fuego con aceite, y le echamos un huevo de gallina, no sabemos qué saldrá, si un escalope de ternera, una trucha a la plancha, o una fuente de profiteroles. Si su médico le receta una vacuna, no sabemos si le va a servir para la viruela, el sarampión, el cólera o la gripe. Si gira la llave del arranque de su coche, no sabemos si el motor se pondrá en funcionamiento, si el asiento se echará para atrás, o se caerá la puerta al suelo.
Es precisamente la estabilidad del mundo, la que nos permite aprender y relacionarnos y ha hecho posible que levantemos esta civilización.
En la actualidad hay dos teorías “científicas” que nos impelen con insistencia a creer en la inestabilidad del mundo: la teoría de la evolución y la teoría de la relatividad.
Su argumento principal es que aunque el mundo nos parezca estable, eso es una ilusión debida a la corta duración de nuestra vida comparada con la de las edades geológicas, o con la del Universo.
Se pretende que aceptemos como científico algo que sobrepasa con creces la objetividad propia de las ciencias empíricas, que ha de permitir realizar experimentos para su verificación. Todos sabemos que los gatos paren gatos, de los huevos de pata, nacen patos, y que si plantamos una castaña, crecerá un castaño; está es nuestra experiencia de la estabilidad del mundo.
Pero nos dicen que es un hecho científico comprobado que ha sucedido
millones de veces a lo largo de la historia de la tierra, que un ser de una
especie engendre un descendiente de otra especie distinta. Puedo entender que
los descendientes son parecidos a sus padres, no iguales, y que esas pequeñas
desigualdades varían y oscilan a lo largo del tiempo, pero que un tipo de seres
genere otro tipo de ser con otro tipo de vida, es algo de lo que no tenemos
ningún ejemplo, ni en la actualidad ni en el registro fósil.
Por otro lado nos dicen que todo es relativo, el movimiento, el espacio, el
tiempo, nuestra percepción de la realidad, todo, nos dicen que no existe nada
objetivamente verídico. Cuando en realidad no es que el movimiento sea relativo,
lo que es relativa es nuestra capacidad para observarlo y medirlo, pues depende
de nuestra posición.
Otro tanto ocurre con el espacio y el tiempo, no son relativos, sino que
nuestra capacidad de medirlos o de estudiarlos, se queda corta ante escenarios
complejos que podemos imaginar, pero no en la vida real, por eso tenemos metros
y relojes.
En cuanto al resto de cosas, hay ciertamente cosas opinables como cuál es
la chica más guapa o la comida más buena, pero la mayoría de las cosas, o son o
no son, la pantalla en la que usted lee esto, no es relativa, existe
ciertamente, y no es opinable si existe o no, eso son sólo majaderías, o posturas
de personas que se empecinan en mantenerse en el error.
Como bien explicó Santo Tomás: El que niega la existencia de la verdad, cae
en una fragante contradicción, puesto que para el, es verdad que no existe la
verdad. Los relativistas pecan de esto, puesto que para ellos es verdad que
todo es relativo.
Si nos pidieran que creyésemos que los elefantes vuelan, pensaríamos que nos toman por tontos, o que se trata de algún experimento sobre la fantasía, y nos piden que creamos en la inestabilidad del mundo, algo que contradice todas nuestras percepciones de la realidad y asentimos sin más.
Ángel Luis Hurtado
Semogil 6 de Noviembre del 2.014