viernes, 18 de diciembre de 2009

Los australopithecus de sudáfrica - El mito de la evolución humana - III



Parte delantera del cráneo de Australopithecus africanus. - Imagen de http://media_2web.britannica.com/



Después de los “curiosos” hallazgos que ya hemos relatado, de los restos del “hombre de Java”, y del “hombre de Pekín”, la cosa estuvo tranquila unos decenios, los evolucionistas por la falta de pruebas, se mantuvieron discretos, y sus discusiones eran más filosóficas que empíricas, hasta que comenzado ya el siglo XX, el triunfo de los comunistas en Rusia, y la encarnizada primera guerra mundial, dieron nuevos bríos a los materialistas, muy interesados en la evolución.
En 1.924, Raymond Dart, encontró en una cantera en Sudáfrica, la mitad delantera del cráneo de un primate muy joven, parecido a un chimpancé en todo, excepto en la dentición. No le hicieron mucho caso hasta que en años posteriores se encontraron dos cráneos más, uno de ellos, parecido al anterior, pero de un adulto, y el otro con mandíbula y muelas más fuertes, y dotado de una gran cresta que recorre el cráneo por su parte superior central. (Esa cresta sirve actualmente a los gorilas para sujetar con fuerza al cráneo los potentes músculos masticadores)[1]
Después de largas disputas entre los paleoantropólogos, les llaman: al pequeño australopitecos africanus; y al grande Australopithecus robustus.


Cráneo de Australopithecus robustus . Se observa el principio de la cresta central del cráneo, la parte posterior se ha perdido. - Imagen de: http://humanorigins.si.edu/


Posteriormente se han encontrado más restos en varias cuevas de Sudáfrica; casualmente ninguno de los cráneos encontrados hasta ahora están enteros, todos, tienen rota la parte occipital, que es exactamente la que rompen los que, todavía hoy, aunque sea ilegalmente, se comen los sesos de los chimpancés. Los restos se encontraron rotos, con señales de haber recibido golpes y mezclados con restos de otros animales, como si hubiesen sido arrojados a un montón de basura. Casi nadie dice nada de los carbones, restos de hogueras encontrados en las mismas cuevas, con materiales vidriosos, que son señal inequívoca de la permanencia ininterrumpida del fuego durante muchos días en el mismo lugar, huesos carbonizados etc. que indican inevitablemente la presencia humana en esas cuevas. Parece lógico entender que algunos nativos africanos se comieron algunos antepasados de los chimpancés allí.[2]

Nadie puede aceptar que ese simio, pudiese hacer fuego hace unos 2 ó 3 millones de años (según sus cálculos). Y como tampoco les interesa reconocer que el hombre estaba allí y se los comió, pues se les ha ocurrido una idea “genial” que es la que todos repiten y que les salva según piensan, su “película” de los hechos, y es que los carbones, entraron a la cueva arrastrados por el agua de la lluvia, y procedían de un incendio forestal de origen natural ocurrido en la selva del exterior de la cueva. Pero eso no puede explicar las vitrificaciones.

Al final, reconocen que los Australopithecus africanus eran, en la forma general del cuerpo, como simios, piernas cortas , brazos largos, y que eran simios arbóreos.[3] Aunque hay todavía algunos que se mantienen empeñados en que los A. africanus eran bípedos y medio humanos, a pesar incluso de que los estudios sobre los huesos de sus manos y sus pies, indican claramente que andaban como los chimpancés y los gorilas, a cuatro patas y apoyando en el suelo los nudillos de sus patas delanteras.[4]
Aún así, los encontrarán incluidos en las genealogías de los antepasados del hombre. Vemos que la cosa sigue igual, unos pocos restos que no dicen nada del origen del hombre, y sí de los antepasados de algunos primates y de la antigua presencia del hombre en esos lugares. Y así ha seguido la cosa hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, en la que se realizaron otros hallazgos significativos, como los cráneos del llamado Homo habilis y el famoso esqueleto de Lucy, que veremos pronto.
Pero en todo ese tiempo, los propagandistas evolucionistas, fueron poco a poco, imponiendo su versión sobre el origen evolutivo de las especies en las escuelas y en la opinión pública, esperando que el asunto del origen del hombre se resolviera a su favor, cuando hubiese menos resistencia cultural a ello. Sabiendo que si se aceptaba la evolución de las especies animales, el que se aceptara la evolución del hombre desde un mono, era cuestión de tiempo.


[1] Johanson, D. y Eddey, M. “El primer antepasado del hombre” Edit. R.B.A. 1.990 p. 66 – 70.
[2] Sanvicens, A. “Toda la verdad sobre la evolución” Edit. Promociones y publicaciones universitarias – 1,996 - p. 333.
Bowden, M. “Los hombres-simios, ¿realidad o ficción?” Edit. Clie 1.984 p. 209.
[3] - Stringer, C. y Andrews, P. “La evolución humana” Edit. Akal – 2.005 - p. 125.
[4] - Richmond, B. G. y Strait, D. S. “Evidence that human evolved from a knuckle-walking ancestor” – Natura 404 – p. 382. 2.000.
- Sandín, Máximo – “Pensando la evolución, pensando la vida” Edit. Crimentales. – 2.006 - p. 253


Semogil 18 de Diciembre del 2.009

2 comentarios:

Daniel Fuentes dijo...

No comprendo muy bien lo del material vitrificado. ¿Por qué se encuentran materiales vidriosos en un monton de cenizas?

un abrazo

Ángel dijo...

Normalmente se entiende por vidrio un cristal. Si tu fundes arena de cuarzo y la dejas enfriar, obtienes cristal (el de las ventanas y botellas). Por exensión, se llama vitrificada a la cerámica (barro con óxidos o minerales) que ha sido cocida en un horno a altas temperaturas (de aquí viene lo de vitrocerámica). El barro de Valentín, que tu conoces, se cuece a 1.100 grados, y están dos o tres días con sus noches con el horno encendido a "toda caña", (hay que verlo para comprender lo que significa un hormo a 1.000 grados) para poder alcanzar esas temperaturas.
Por eso el hecho de encontrar materiales vitrificados junto a cenizas, indica que se ha mantenido un fuego importante en el mismo sitio durante mucho tiempo sin interrupción, y cualquiera que haya visto un incendio forestal sabe que no vitrifica nada.