viernes, 2 de enero de 2015

NUESTRO CUERPO NO ES SIMPLEMENTE EL DE UN ANIMAL




Hasta las personas que defienden que el hombre posee un alma espiritual, suelen dejar el cuerpo humano a merced de los zoólogos, como si el cuerpo del hombre fuera el cuerpo de un animal más.
La antropología de Platón que consideraba al hombre como el piloto de un navío, como si nuestro cuerpo fuera el traje que llevamos puesto, ha hecho estragos,  Platón conectó con la doctrina hindú de la reencarnación que identifica al hombre sólo con su alma, que va errante a través de los siglos cambiando de cuerpo. Descartes también sucumbió a esa visión del hombre, y tras él, la modernidad, y lo que viene detrás de ella, ¿qué otra cosa es la postura postmoderna de la transexualidad: mi cuerpo es mío, y si no me gusta lo cambio?.
Parece que no queremos ver, más que aquello que nos interesa para conseguir nuestros deseos. Pero el cuerpo del hombre no le pertenece al hombre, es el hombre. El cuerpo, es constituyente de él, no existe el hombre sin cuerpo, el hombre no es un ser espiritual, es un ser a la vez espiritual, anímico y corporal, puede indistintamente, ayunar, ver la luz o partirse un brazo.
Y el cuerpo del hombre no es como el cuerpo de los animales. El hecho de que esté configurado de modo semejante y que tenga muchos órganos y biomoléculas semejantes, sólo indica que para respirar el aire atmosférico y captar su oxígeno en las cantidades que necesita un ser dotado de movimiento, lo mejor son pulmones y glóbulos rojos (evidentemente estoy simplificando, no pretendo un tratado de fisiología). Para asimilar los nutrientes de los alimentos, lo mejor es una bolsa donde digerirlos y un tubo largo en el que ir absorbiendo los nutrientes, etc.
Pero si queremos ver en realidad la profunda interrelación que existe en el hombre entre su cuerpo, su psique y su espíritu, tenemos que ser más perspicaces, y que conste que esta clasificación ternaria, la hacemos para poder estudiarlo mejor, pero no son partes separables, no existe un cuerpo, un alma y un espíritu como tres piezas de una máquina. El hombre es una unidad. Mis dedos también soy yo, y si me corto un dedo, sigo siendo yo, pero me falta un dedo, y ese dedo que me he amputado, seguiré sintiéndolo el resto de mi vida, (y si alguien lo duda, que le pregunte a alguien a quien hayan amputado un brazo o una pierna).
No voy a mencionar cosas muy sabidas y evidentes que indican esa profunda unidad del hombre, como que si te pillan mintiendo, te sonrojas, o que por un disgusto te sube la tensión y te puede dar un infarto, voy a comentar sólo tres detalles conocidos, pero menos comentados, para mostrar que el cuerpo humano no es el cuerpo de un animal, sino el cuerpo de un hombre. Ya sé que esto implica que el hombre y su cuerpo no han podido salir de un animal, pero que defiendo eso, es algo evidente para los seguidores de este blog.


LA AUSENCIA DE CELO
Los vegetales tienen su época de floración y de fructificación. Todos los animales tienen su época de celo y de apareamiento, por ejemplo, los perros tienen el celo aproximadamente cada seis meses, el tiempo necesario para los 61 días que dura el desarrollo embrionario, unos tres meses de amamantamiento, y otro mes para recuperarse la madre después de que los perritos ya pueden alimentarse por ellos mismos. La sexualidad para los perros, como para el resto de los animales, está limitada a esos periodos de celo, porque el fin primordial de la sexualidad en los animales es la reproducción, en los perros, la sexualidad tiene como finalidad que existan más perros.
Pero en el ser humano no es así, la mujer no tiene épocas de celo, está permanentemente receptiva fisiológicamente (otra cosa es psicológica o espiritualmente pero no me voy a meter aquí por razones obvias y porque quiero centrarme en el cuerpo). Sólo un ser dotado de facultades espirituales como son el entendimiento, la libertad y la voluntad, puede gestionar una sexualidad sin épocas de celo. Si el cuerpo del hombre fuese el de un animal, y dado el tiempo que una criatura humana tarda en poder valerse por ella misma, la mujer sólo estaría receptiva al varón a los quince o veinte años de haber tenido un hijo (menudo pastel). Por lo tanto, la ausencia de celo en la fisiología del cuerpo de la mujer, indica que ese cuerpo sólo puede ser cuerpo de un ser dotado de facultades espirituales (entendimiento, libertad y voluntad) para poder gestionar esa realidad.

EL ÁNGULO VAGINAL.
En todos los mamíferos, la vagina sigue como una prolongación del útero, lo que facilita el parto y también el que el macho monte a la hembra por detrás. En la mujer, la vagina forma un ángulo de entre 90 y 100 grados con el útero, lo que dificulta enormemente el parto, obligando al niño al nacer a hacer dos giros para poder atravesar el canal del parto, con serio riesgo de complicaciones para su vida y para la de su madre.
Es curioso como los evolucionistas, no mencionan el origen evolutivo de esta peculiaridad, porque según su forma de interpretar la realidad, la vagina habría evolucionado desde una como la de cualquier simio o mamífero hasta la actual, ¿cómo es posible que la selección natural tan sabia y providente haya seleccionado un giro que ha provocado tantas muertes de madres y de hijos?. Si la mujer que tuviera la vagina hacia atrás, pariría con más facilidad y evidentemente tendría más hijos y su condición se heredaría, etc…
Es evidente que no se puede aplicar el paradigma evolutivo al ser humano. 

El rostro del ser humano por su expresividad, es el mejor reflejo del alma. El hombre puede hacer lo que quiera porque es libre, pero por eso mismo, puede hacer lo mejor y puede hacer lo peor. Pero, tanto la vagina abierta hacia delante, como la curvatura del pene en la erección, son así fisiológicamente, porque el hombre es un ser espiritual llamado a darse, a amar al otro, y las relaciones sexuales en el hombre son la realización de esa unión con el otro, con el que te haces uno, pero no sólo corporalmente, sino totalmente, uno en cuerpo, alma y espíritu, una unión con vocación de eternidad. Si uno se da al otro por amor, necesita ver al otro cara a cara, para estar cerca de su interior, no sólo físicamente. Por supuesto que es posible tener relaciones estando el hombre detrás de la mujer, el hombre es libre y existe lo que se llama fornicar, que puede dar placer, pero tiene poco que ver con el amor, (el que pueda entender que entienda).
Así pues, la inclinación de la vagina hacia delante y la curvatura del pene indican que el cuerpo humano es el cuerpo de un ser espiritual, y más aún, esto a riesgo de la propia vida del hombre, por ello, se puede afirmar que según la naturaleza, la vida espiritual es más importante que la vida física.

LA MENOPAUSIA.
En todos los animales y especialmente en los simios, la época reproductiva dura  prácticamente hasta la muerte, por lo que la mayoría de las  crías que nacen cuando la madre es ya mayor, suelen morir al poco de morir la madre. Pero en el ser humano esto no es así.
En la mujer se da la menopausia, la época reproductiva, acaba al menos unos veinte años antes de la edad media de muerte. Evidentemente esto permite a la madre cuidar durante muchos años a los hijos de su madurez, e incluso colaborar en la crianza de sus nietos.
Esto se debe principalmente a todos los años de crianza que necesita un ser humano para desarrollar sus capacidades cognitivas y su compleja situación ante el mundo. Y al gran valor de cada ser humano.
El que la fisiología de la mujer presente la menopausia, es indicativo de que su cuerpo y el de su hijo, son cuerpos de un ser espiritual que necesita una muy larga época de aprendizaje al estar casi totalmente libre de los condicionamientos instintivos y medio ambientales, y por ello tener que alcanzar un elevado grado de desarrollo psicológico y espiritual para poder enfrentarse al mundo y comprenderlo como la realidad que es.

Estos tres detalles son sólo unas pinceladas que espero estimulen la curiosidad del lector como han estimulado la mia. 

Ángel Luis Hurtado
Semogil 2 de Enero del 2.015.