viernes, 26 de febrero de 2010

MÉTODOS DE DATACIÓN ABSOLUTA - I


Imagen de: http://blog.clarin.com

Para poder narrar la historia de la vida en la Tierra, no han bastado los pisos determinados por la geología tradicional, no era suficiente decir que los dinosaurios vivían en el Jurásico, o que se extinguieron en el paso del Cretácico al Paleoceno. Surge la pregunta: ¿Pero exactamente cuántos años hace?. La ciencia debe intentar dar respuesta, si es que ello es posible, a esta curiosidad que es natural.
Pero la cosa ha llegado a ser de una importancia decisiva una vez que se ha empezado a poner número de años a momentos concretos, sobre todo en el momento en el que empiezas a plantear quién desciende de quién, la fecha en que cada fósil vivió, se convierte en algo más que importante, prácticamente decisivo.
En ese marco, -al que hay que añadir la perentoria necesidad de los evolucionistas, de que la edad de la tierra fuese inmensamente larga, para que hubiese transcurrido el tiempo necesario para pasar desde un charco, hasta usted que está leyendo esto, por el preciso método de “ir probando al azar”-; en ese marco decíamos, es como surgen los métodos de datación absoluta, de los que casi nadie sabe nada, pero cuyos resultados todo el mundo usa como prueba.

No vamos a repasar todos los métodos, porque son muchos y en el fondo todos adolecen de los mismos defectos. Veamos como ejemplo el más conocido:

SOBRE EL MÉTODO DEL CARBONO 14:

Este método de datación absoluta, [1] se basa en que los seres vivos tienen carbono en todas sus biomoléculas y hasta en el colágeno de los huesos. Pero ese carbono, no es todo igual, lo normal es que el carbono sea el llamado carbono 12, aunque resulta que en las capas altas de la atmósfera, los rayos cósmicos transforman el nitrógeno 14 en una variedad de carbono a la que se llama carbono 14. [2]
Este isótopo del carbono presente en la atmósfera, entra a formar parte de los seres vivos. Cuando una planta o un animal mueren, ya no entra más carbono 14 a formar parte de sus biomoléculas; a partir del momento de su muerte, el carbono 14 de su cuerpo sigue emitiendo partículas subatómicas, para ir convirtiéndose poco a poco en carbono 12.
La cantidad de carbono 14 presente en un cuerpo en el momento de la muerte, se reduce a la mitad aproximadamente cada 5.700 años, por lo que midiendo la cantidad de radiactividad que desprende un resto orgánico, podemos estimar la cantidad de carbono 14 que le queda, y con ello, saber cuánto tiempo hace que murió. [3]
Todo esto suena muy bonito y muy científico, y que conste que no dudo en absoluto de que han hecho aparatos capaces de medir con relativa exactitud la cantidad de radiación que emite un cuerpo. Pero pretender que aceptemos que es un valor absoluto (preciso, exacto) el número de años con el que ellos datan, con este método, un resto fósil, es tomarnos por ingenuos. Porque:

Es falso que la cantidad de carbono 14 haya sido estable a lo largo de las eras geológicas, porque el campo electromagnético de la tierra se va debilitando poco a poco, y tiene un efecto decisivo como escudo para la penetración en la atmósfera de las radiaciones cósmicas. [4]

Es falso que la cantidad de carbono 14 existente en la atmósfera sea constante, no sólo porque varía la radiación cósmica en los dos hemisferios y según la latitud y las épocas del año, sino porque la actividad solar no es constante, tiene sus ciclos plurianuales con momentos de máxima actividad. campo de trigo. Imagen de: www.oviedo.correo.es

Es falso que todos los seres vivos tengamos en nuestro interior la misma cantidad de carbono 14. Ahora sabemos por ejemplo que en el trigo, el contenido en isótopos del carbono, varía según consideremos la paja o el grano. Por lo que la estimación de la cantidad de carbono 14 que un ser vivo tiene al morir, no puede hacerse. También sabemos que el contenido en isótopos de carbono, varía de los árboles a las plantas. [5]

La cantidad de isótopos de carbono varía en las plantas y en el suelo según las épocas de lluvia o de sequía. [6]

La producción de carbono 14 es en la actualidad más elevada que en el pasado.[7]

Nadie puede determinar la cantidad exacta de carbono 14 que tiene un ser vivo al morir, y además nadie ha estado 5.700 años esperando para medir y comprobar que pasado ese tiempo, queda la mitad del carbono 14 que ese ser tenía al morir.

Nadie puede demostrar que la velocidad de transformación del carbono 14 en carbono 12 es constante independientemente de la cantidad de isótopos que existan.

Hay otros muchos elementos isotópicos en la naturaleza y en los seres vivos, por lo que al hacer el análisis no se puede delimitar qué porcentaje de radiación corresponde al carbono 14, y cuál al resto de ellos.

Son muy escasos los restos con los que podría hacerse esta prueba del carbono 14, aún suponiendo que el resto de los argumentos fuesen ciertos (que no lo son), y es que los restos no pueden haber estado, desde la muerte del individuo, en contacto con el agua subterránea, el agua de lluvia, las raíces de los árboles, en contacto con polen, ni siquiera en contacto con el aire. En cualquiera de estos contactos, se incorporaría nuevo carbono 14 a la muestra y la datación sería errónea.

Con todo esto, ¿Cómo pueden creerse el carácter absoluto de las dataciones por el carbono 14?.


[1] Se les puso este adjetivo, para distinguirlos de las estimaciones de los geólogos que basadas en las rocas y los fósiles, eran relativos. Cuando uno ve cómo son esos métodos absolutos, uno se pregunta ¿Qué significa para ellos la palabra absoluto?.
[2] Por supuesto que nadie ha visto el carbono 14, pero se deduce su existencia por pruebas indirectas. El caso es que se acepta que este isótopo del carbono, en vez de tener 12 neutrones por átomo, tiene 14. Y también se acepta que es inestable, y poco a poco va despidiendo esos neutrones que tiene de más, para volver a ser carbono 12.
[3] Puede encontrarse una explicación detallada de este método y de otros bastante usados en – Stringer “La Evolución humana” p. 31.
[4] Bloxham, J. y Gubbins, D. “La evolución del campo magnético terrestre”. Investigación y Ciencia – 161, 1.990, p. 2.
[5] Quade, J. et al. “Late Miocene environement change in Nepal and the norteen Indian subcontinent – stable isotopic evidence from paleosols” – Geological Soc. of America Bullt. – 107 – 12; 1.995; p. 1.381 – 1.397.
[6] http//homepage,mac.com/uriarte/carbono 13, html.
[7] Fairhall, A.W. y Young, J.A. “Radinucleids in the Environement” Avances en química. vol 93; p. 402.
Semogil 26 de Febrero del 2.010

lunes, 22 de febrero de 2010

LOS DÍAS DE LA CREACIÓN Y II

Continuando con el primer día del relato de la Creación, ya vimos la creación del tiempo, del espacio y de la materia-energía desde la nada, después viene un fragmento difícil de interpretar, el pasaje dice: “la tierra era caos y confusión, las tinieblas cubrían la faz del abismo, el espíritu (soplo) de Elohim aleteaba sobre la superficie de las aguas”.
Podría verse en este fragmento una descripción de la situación inmediata previa a la primera forma creada, podría entreverse una alusión a los cuatro elementos de los antiguos, por este orden: el elemento tierra, como caos y confusión; el elemento fuego como el espíritu de Dios, el soplo que da el ser, el calor de la vida; el elemento aire, por el medio en el que aletea el soplo divino; y el elemento agua en la parte inferior. Esto es sólo una alusión, que habría que madurar con más detenimiento.[1]
Existían las tinieblas que cubrían la faz del abismo. “Y dijo Elohim: Haya Luz, y hubo luz. Vio Elohim que la luz era buena, y separó Elohim la luz de las tinieblas; y llamó Elohim a la luz “día” y a las tinieblas llamó “noche”. Y atardeció y amaneció: día primero”.
Esa Luz creada el primer día, no es la luz del sol, tampoco es el resplandor de la Luna, ni es el brillo de las estrellas, todos ellos, aún no han sido creados.
Esa Luz creada el primer día es la inteligibilidad de su creación, es la sabiduría que va a iluminar toda su creación, y de la cual podemos participar sus criaturas preferidas (los ángeles[2] y los hombres); es esa Luz a la que se refiere San Juan cuando dice: “La Luz vino al mundo y el mundo prefirió las tinieblas”. Es en algún modo la posibilidad de que algunas de sus criaturas puedan llegar a conocer su voluntad, la voluntad de Dios, esa es la Luz creada al principio.
“Y separó Elohim la Luz de las tinieblas”. Después de esa Luz que permite a algunas de sus criaturas conocer su voluntad y la bondad de la Creación, Dios crea la libertad, la posibilidad de que sus criaturas opten voluntariamente por no querer vivir en la voluntad de Dios, eso son las tinieblas.
Primer versñiculo del Génesis, texto hebreo puntuado por los masoretas, la segunda palabra empezando por la izquierda en el último renglón, la de tres letras, es la palabra "día".
A esa Luz llama día, y a las tinieblas llama noche, ambos, día y noche naturales, cuando sean materialmente creados (cuando la tierra tenga su forma y el sol la suya, y ambos su movimiento, y se sucedan temporalmente el día y la noche) serán imagen sensible de la otra realidad mucho más trascendente.[3]
Y el fragmento final: “atardeció y amaneció: día primero”, puede significar una alusión a que esas tinieblas de la noche, de la caída, no permanecen, después de la separación de Luz y tinieblas que implica la libertad, la opción de las tinieblas, de la noche, no es perpetua, con el nuevo amanecer, viene de nuevo la Luz. Es un broche de misericordia y esperanza en este primer día.
Entendido este primer versículo en esta clave, no se tiene ningún argumento para pensar que se trata de un periodo de 24 horas, pudo haber durado un instante o cualquier otro intervalo de tiempo, pero ahora, ya me decanto más por la interpretación de San Agustín, ese término día -por lo menos en lo que respecta al primer día-, se refiere al conocimiento de la mente angélica.
[1] Para más información sobre estos cuatro elementos primordiales, ver Tomás de Aquino “Comentario al libro de Aristóteles sobre la generación y la corrupción. Los principios de la naturaleza” Lección II y III. Edit. Eunsa 2.005.
[2] Indico ángeles en sentido general, incluyendo los nueve coros celestiales: Serafines querubines etc…
[3] Se puede ver una entrada interesante sobre este primer día pinchando en el enlace recomendado de espacioblog, allí, en el blog ¿sexto sello? De Emilio Saura, pinchar en más tags y después pinchar en Luz, la entrada se llama “Sobre los días de la creación – I”.
Semogil 22 de Febrero del 2.010

viernes, 19 de febrero de 2010

LOS DÍAS DE LA CREACIÓN - I


Voy a comentar algunos detalles del primer día de la Creación, esto se ha suscitado a raíz del contacto con “creación en seis días”.

El relato de la Creación está articulado en el Génesis en una secuencia de seis días más uno de descanso o santificación.
Ese término “día” entraña algunas dificultados, sobre todo en los tres primeros días de la Creación en los que aún no han sido creados el Sol y las estrellas.
La Pontificia Comisión Bíblica, ya en 1.909, respondió a esta cuestión:[1]
VIII. En la denominación y en la distinción de los seis días de los que habla el Génesis en el primer capítulo, ¿se puede entender la palabra יּוּטּ (día) tanto en el sentido propio de día natural, como en el sentido impropio de un cierto espacio de tiempo, y es lícito a los exégetas disputar libremente sobre esta cuestión?.
Respuesta: Si
Así pues, la Iglesia no se ha manifestado concretamente sobre el sentido de ese “día” del Génesis. A esas dos posibilidades mencionadas, la de ser un día natural de 24 horas, o de ser otro periodo de tiempo, hay que añadir la posibilidad que menciona San Agustín de que ese término día, se refiere al “conocimiento de la mente angélica”.[2]
Antes de decantarnos (si es que eso es posible) por una u otra interpretación, es totalmente imprescindible analizar lo que aparece en el texto antes de la palabra “día”.
Es significativo el comienzo del relato de la creación: “Al principio creó Dios los cielos y la Tierra”. En esa frase corta y escueta, está el mejor resumen que nadie puede hacer sobre el origen, pues a saber:
“Al principio”: lo primero que es creado es el Tiempo, como una sucesión de instantes que no es eterna, al menos en lo que respecta a la creación, antes del principio del tiempo, no existía tiempo, al menos como nosotros lo conocemos. El tiempo puede ser infinito, pero tuvo un origen.



“Creó Dios”: crear es hacer algo de la nada, el verbo usado en hebreo no se puede traducir por nuestro hacer, sino por hacer algo portentosamente, sobrenaturalmente, más cercano a lo que comúnmente entendemos por milagro.

“Los cielos”: Es el espacio, el lugar aún sin ningún cuerpo en él. No se puede entender como lo que vemos mirando hacia arriba en el campo, eso es más propiamente el firmamento que Dios creará el segundo día. Antes de la creación, no existía ni siquiera el lugar en el que poner el universo.

“Y la Tierra·”: No se refiere al planeta Tierra, lo creado es la materia, no es necesario indicar la imbricación de materia y energía, porque todos nos hemos calentado con una hoguera, convirtiendo leña en energía (además de en ceniza, humo etc…). Y todos hemos visto la famosa fórmula e = m.c2

Esa materia creada en el primer día es una materia informe, sin ninguna forma, ni aún la de los elementos químicos, por eso el relato continua: “la tierra era caos y confusión”.
Los tres parámetros de la física: el tiempo, el espacio y la energía-materia. Qué curioso.

Continuará si Dios lo permite.

[1] Pontificia Comisión Biblica Sobre el carácter histórico de los tres primeros capítulos del Génesis (30 de junio de 1909) [AAS 1 (1909) 567-569]
[2] San Agustín “Interpretación literal del Génesis”Libro I c9.15 a 12.25 Edit. Eunsa 2.006
Santo Tomás de Aquino “Suma de Teología” I parte I c74 a2. Edit BAC 2.001

Semogil 19 de Febrero del 2.010

domingo, 14 de febrero de 2010

LA ESENCIA HUMANA

Busto de Aristóteles. Imagen de : http://cosmogono.files.wordpress.com/

Algunos piensan que el concepto esencia no tiene ningún valor, que no significa nada, normalmente o son materialistas ateos, o científicos super-especializados, o son personas anestesiadas por la apatía y la irreflexión.

Para Aristóteles, la esencia es el ¿qué? de la sustancia. Esto parece un acertijo, es el lenguaje metafísico que clarificó ese gran filósofo y que después enriqueció y llevo hasta casi su plenitud Santo Tomás de Aquino.
Primero vamos a ver qué entendía Aristóteles por sustancia:
“Sólo son sustancias los seres que existen por sí mismos, y cuya naturaleza no está constituida por otra cosa que por ellos mismos”.
Un hombre es una sustancia, porque existe por sí mismo (nosotros sabemos que existimos por la gracia de Dios pero eso lo desconocía el filósofo griego) y todos nuestros órganos son de naturaleza humana.
Un coche no es una sustancia, porque está formado por piezas de distinta naturaleza.
Cuando se habla de naturaleza hay que tener en consideración que sólo en los seres vivos convergen la forma con la naturaleza, llegando así a mostrar que en ellos, la forma es una forma sustancial, es la forma de una sustancia.
No ocurre lo mismo con los objetos artificiales, por ejemplo, yo construyo un arco de madera verde de chopo, le doy la forma de arco, pero esa no es una forma sustancial ni siquiera su naturaleza, si lo entierro, jamás brotará un arco, sino un chopo, que es realmente su naturaleza, la naturaleza de la madera, y ese retoño, al crecer, adoptará la forma sustancial de chopo.
Ahora podemos intentar esclarecer qué es la esencia, es la respuesta a ¿qué es esa sustancia? ¿qué es esa sustancia que llamamos chopo?, o ¿qué es esa sustancia que llamamos hombre?
Podemos dejar fuera de toda duda que el hombre es una sustancia.
Podemos dejar claro que la naturaleza del hombre es ser un espíritu encarnado, (un ser formado por un cuerpo de hombre, un alma humana, y un espíritu humano).
Podemos dejar claro que la forma sustancial del hombre es lo que todos sabemos que es la forma humana (no es necesario describir la forma humana, todos sabemos si lo que viene a lo lejos hacia nosotros es un elefante o un hombre).
Perfeción del cuerpo humano de Leonardo Da Vinci. Imagen de: http://www.elrelojdesol.com/


Y a la pregunta de ¿cuál es la esencia del hombre? Que es lo mismo que preguntar ¿qué es la sustancia humana? O ¿qué es lo que está en la raíz, en el origen del hombre?, ¿qué está en la base de que un hombre sea un hombre?. A todas esas preguntas que son la misma, podemos responder desde la fe, desde la razón, y desde la experiencia:
La esencia del hombre es ser una criatura creada a imagen y semejanza de Dios, una criatura creada para Amar.
Todas las referencias de Aristóteles son del libro: Física – II, 197b a 198b; y del libro: Metafísica – VII, XVI y XVII.
Semogil 14 de Febrero del 2.010

lunes, 8 de febrero de 2010

La evolución de los caballos, uno de los clavos ardiendo a los que se agarran.

Caballo pura sangre andaluz. Imagen de: www.veoverde.com


■ Sobre la evolución de los caballos:

La cosa, como no, viene de los primeros tiempos del darwinismo. Fue el activista político ruso Vladimir Kovalevskí (1.842 – 1.883) quien, tras visitar a Darwin en Inglaterra en 1.866, se hizo evolucionista antes de hacerse paleontólogo. Con la ayuda de los restos fósiles conservados en las colecciones de París, reconstruyó la primera línea evolutiva del caballo. Para él, la sucesión de especies era: Palaeotherium, - Anchitherium – Mercychippus – Hypparion y Equus (el caballo actual). Él explicó que la reducción de los dedos laterales de los caballos se debía a la adaptación y la competición entre ellos. [1]

Casi al mismo tiempo, el paleontólogo norteamericano Othniel Charles Marsh (1.831 – 1.899) encontró en Nebraska en 1.868 unos cuantos fósiles de caballo. Ello le llevó a interesarse por los restos de este animal, hasta que en 1.876 hizo otra línea evolutiva del caballo, que claro está, estaba basada en los fósiles norteamericanos y se diferenciaba sustancialmente de la establecida por Kovaleski con los fósiles europeos. Pero Marsh, no se conformó con los caballos fósiles que ya tenía, sino que comenzó a buscar un antecesor de los que ya había encontrado . Y en algunos meses encontró en la inmensidad del continente americano justo el fósil que necesitaba y que nadie había encontrado antes. (hay paleontólogos hábiles sin duda). A este nuevo antepasado de los caballos que encontró en los estratos del Eoceno inferior, le llamó Eohippus, con él, construyó la línea evolutiva de los caballos que hoy día podemos encontrar en casi todos los libros de texto con sus maravillosos dibujos.[2]

Esta “línea evolutiva” presenta una progresiva reducción del número de dedos de las patas de los caballos, y un progresivo aumento del tamaño de los molares. Esto se interpreta como un paso de la alimentación ramoneando en los arbustos a pastar en las praderas, y a una progresiva selección de aquellos caballos que podían correr más velozmente.
Supuesta evolución de los caballos. Imagen de http://usuarios.multinania.es

Dibujo de la supuesta evolución de los dedos de la pata de los caballos. [3] Hasta aquí, todo muy bien, éste es posiblemente el ejemplo común en todos los libros sobre evolución que puedan encontrar, posiblemente porque no tengan otro como éste. Pero resulta que nuevamente hay algunas cosas de las que muy pocos se atreven a hablar, por ejemplo:

Resulta que el primer eslabón de esa serie construida por Marsh, y que el llamó Eohippus (caballo del Eoceno), ya había sido con anterioridad encontrado fósil en Inglaterra con el nombre que lleva en el dibujo: Hyracotherium; [4] su nombre proviene del griego hyrax-akos = ratón, roedor; y de thèrion = animal. Con ello ya se pueden hacer ustedes una idea de cómo era nuestro primer caballo, de unos cincuenta centímetros de altura, a los paleontólogos ingleses que lo encontraron, evidentemente les recordó a algo como un castor o una marmota pero con las patas un poco más largas. En todos los libros aparece encabezando esta clasificación, pero no he encontrado ningún trabajo que desde 1.878 haya encontrado otras razones científicas para poner a este pequeño roedor a la cabeza de la genealogía de los caballos, salvo que tenía cuatro dedos. También las llamas sudamericanas son artiodáctilos[5] y se parecen más al caballo que nuestro pequeño roedor pero nadie se ha fijado en ellas, posiblemente porque siguen vivas.


Resulta además, que ese pequeño “caballo” del Eoceno, parece seguir vivo: “ es un tímido animal del tamaño de una zorra llamado damán, que anda corriendo en la maleza africana”.[6]
Una Daman con su cría. Imagen de: www.fotonatura.org

Por lo que podemos observar en este caso de la evolución de los caballos, parece que se trata principalmente de un caso de braquidactilia.[7] Todos nosotros conocemos a alguna persona que tiene alguno o todos los dedos de una mano o de un pie como “pequeños muñones”, como si no se hubiesen desarrollado. ¿ Alguno de ustedes ha pensado alguna vez que esa persona por “faltarle” algún dedo, era un ser vivo de otra especie distinta de la humana?.

Hoy día, sobre todo en las poblaciones de caballos semi-salvajes, suelen nacer caballos con tres dedos, con los huesos del pie semejantes al tipo Merychippus que supuestamente fue otra especie que vivió hace millones de años. [8] Deberían explicar esto los evolucionistas: ¿cómo una pareja de caballos de la especie Equus, pueden tener descendientes de su misma especie, y a veces, sus descendientes, pertenecer a otra especie extinguida hace millones de años?.

En el noroeste del estado de Oregón, fueron encontrados en el mismo estrato restos de Mercychippus (de tres dedos), con restos de Pliohippus (de un dedo). [9]

Y aunque ya es suficiente con lo dicho, hay que remarcar que esa serie evolutiva está construida por Marsh con restos fósiles incompletos que no han podido ser datados en el yacimiento; y que después de él, en 1.951 Simpson escribió su libro “Horses” (caballos) en el que intenta hacer una relación entre la evolución de los caballos en América del Norte y en Europa, usando los datos anteriores, sin precisar unos hallazgos posteriores que confirmen esa “línea evolutiva”. [10] Ello ha llevado a G. Rattray a escribir: “ Pero quizá la debilidad más seria que tiene el darwinismo es que los paleontólogos no hayan podido encontrar filogenias convincentes o series de organismos que sirvan para demostrar un gran cambio evolutivo. Naturalmente, muchos organismos no se habrán fosilizado o habrán sido destruidos más tarde, ¿pero no podrían haberse conservado una o dos muestras?. Suele citarse el caballo como el único ejemplo completo. Pero la realidad es que la línea que va desde el Eohippus al Equus es muy irregular. Se dice que muestra un progresivo aumento de tamaño de los animales, pero la verdad es que alguna de las variantes no eran más grandes, sino más pequeñas que Eohippus. Con muestras procedentes de distintos yacimientos, puede formarse una serie que parece convincente, aunque no hay pruebas de que ése fuera el orden real que siguieron esas formas en el tiempo. –La filogenia sigue siendo la tarea no completada de la biología- dice el profesor Hanson”. [11]


[1] Buffetaut. Éric, “fósiles y hombres” R.B.A. 1.993. pág: 211 y 212.
[2] Buffetaut. Éric, op. cit. pág: 256 – 258.
[3] Pueden encontrarse dibujos semejantes en:
Ana Alcalde y otros. “Biología y geología” 4º -ESO. Edt. SM 2.003. pág. 63.
Ayala F. J. “La teoría de la evolución”. Edit. Temas de Hoy. 1.994. pág. 48 – 49.
G. Rattray. ·El gran misterio de la evolución" pág. 114 – 115. etc. etc.
[4] Este es un caso inaudito, en el que en vez de respetar el nombre que le puso su descubridor, se lo cambien para que coincida mejor con sus fantasías evolucionistas.
[5] Se llama así a los animales que tienen un número par de dedos.
[6] Hitching, F. “The Neck of the Giraffe, Where Darwin Went Wrong” Ticknor and Fields, New
[7] Se llama así cuando un ser tiene algunos dedos muy cortos. Está asociada (parece ser), a alelos dominantes.
[8] Marsh, O.C., “Recent polydactyle horses” American Journal of Science 43, 1.892 p. 339 – 354.
G. Rattray. op. cit. pág. 17.
[9] Duane Gish, “Evolution: The fossils still say no”. IFCR, el Cahon, CA, USA, 1.995 , p.187 - 197
[10] P- Grassé. "La evolución de lo viviente" pág: 73 – 75.
[11] G. Rattray. op. cit. pág: 218. y también Hanson. E. Qtly Rev. Biol. 1.966. nº 41: 1 – 12.
Semogil 8 de Febrero del 2.010

miércoles, 3 de febrero de 2010

Cine sobre la evolución III - AVATAR

Imagen de: http://2.bp.blogspot.com/_RRYNK

Puede parecer a primera vista que esta película no tiene nada que ver con la evolución, pero no tenemos que olvidar que entre los aspectos más perniciosos del paradigma evolutivo, figuran el mito sobre el origen del hombre, la ausencia de finalidad, de sentido de la vida y de la creación, y la sociobiología, que intenta explicar la cultura humana y hasta la religión como un aspecto de la evolución de la vida en la Tierra. Y es en este sentido en el que voy a decir algunas cosas de esta película, una epopeya fantástica (no es calificativo, sino término de precisión del estilo) agradable para pasar el rato, siempre y cuando estemos alerta sobre unos cuantos aspectos que se nos cuelan entre tanta exuberancia.

Primero: La película induce a aceptar que entre los tres grupos humanos que aparecen representados: capitalistas, militares y científicos, son precisamente estos últimos los únicos que muestran sensibilidad humana, y en el fondo son los que salvan.
Segundo: La película induce a aceptar que hay vida inteligente en otros planetas.
Tercero: La película induce a aceptar que existe otra creación en otros lugares, más bella y mágica que la de la Tierra.
Imagen de: www.tuexperto.com
Cuarto: La película es enormemente pesimista con respecto al género humano, que ha destrozado la naturaleza en la Tierra, y sólo se mueve por intereses despreciables, hasta el punto es esta presentación despótica del hombre, que te coloca de parte del que quiere dejar de ser hombre para convertirse en otro ser.
Quinto: Se promociona la idea de la teoría de Gaya, todo el planeta, junto a todos los seres vivos que lo pueblan, forma una unidad más inteligente que el hombre. Muy en sintonía con la New Age, con los ecologistas progres y con la cosa esa de la Pachamama.
No acabo de entender porqué llaman 3D a tres planos de profundidad.
Ánimo, que ese que sale no es el árbol de la Vida, y ese buenismo que aparece en ese pueblo de seres azules, que recuerda al mito del buen salvaje de Rousseau, mézclalo con dos cucharadas de Apocalipto.
Todo esto va en el mismo lote que la evolución.
Semogil 3 de Febrero del 2.010