martes, 22 de enero de 2013

LO QUE COMPARTE EL HOMBRE CON LOS ANIMALES


LO QUE COMPARTIMOS CON LOS ANIMALES.
El hombre comparte con los animales su corporeidad. En concreto, es un mamífero y su fisiología, sus órganos y las funciones de éstos, el tipo de sus biomoléculas etc., son semejantes a las de los restantes mamíferos. El hombre es el único mamífero [1] que no necesita de una gruesa capa de pelo para poder conservar estable su temperatura corporal; el hombre por su entendimiento y voluntad libres, se hace vestidos, se abriga con una piel de oso o de bisonte, construye casas, incluso iglús, domina el fuego, ha inventado calderas, climatizadores, el hombre no sólo es libre del ambiente y no tiene que adaptarse a él, el hombre modifica el mundo para adaptarlo a él.
El hombre comparte con los animales todo lo concerniente al alma sensitiva, a saber, los cinco sentidos y las potencias del alma sensitiva.[2]
                                      Imagen de: elconfidencial.com
Los sentidos permiten al animal y al hombre relacionarse con el exterior, percibir los objetos sensibles y, a su vez, ser percibidos, puesto que vemos y somos vistos, tocamos y somos tocados, oímos y producimos sonidos, olemos y desprendemos olor, gustamos y tenemos sabor.
En cuanto a las potencias del alma sensitiva, compartimos con los animales[3] la facultad apetitiva, la facultad locomotriz, las facultades sensitivas que implican a los cinco sentidos ya mencionados, y las potencias sensitivas interiores, también conocidas como entendimiento práctico, y que son cuatro: sentido propio o común, imaginación, estimativa y memoria.[4]
Vamos a desarrollar un poco este punto.
 LA RELACIÓN CON EL EXTERIOR Y EL INSTINTO.
Los animales viven sujetos a un limitado mundo circundante. Para explicar lo que esto significa, tomamos una larga cita del impresionante libro de Leopoldo Prieto López titulado El hombre y el animal:
“La idea central del pensamiento de Von Uexküll[5] es que a cada animal, o mejor a cada especie animal, corresponde un espacio biológico propio, también llamado mundo circundante por la misma organización biológica del animal, que selecciona, de entre todas las propiedades y características de las cosas y animales existentes a su alrededor, solamente aquellas de interés para su vida. El espacio biológico o mundo circundante no es   la suma de cosas que circundan físicamente al organismo, sino el conjunto de aquellas características ambientales que desempeñan una función biológica o que tienen una significación vital para el animal. Las restantes propiedades ambientales forman un conjunto inobservado de información que el animal ignora, ya que no pasan a través del filtro de la percepción sensorial y tampoco causan reacciones en el animal que se encuentra frente a ellas. Únicamente por su inserción en el mundo circundante las cosas adquieren una significación para el animal, aunque de naturaleza exclusivamente biológica. Todo lo que de facto excede los confines de este campo biológico, aunque esté físicamente presente, no existe para el animal. En cambio en el interior de este campo biológico que es llamado mundo circundante, las cosas y los animales se hacen portadores de un tono significativo que les permite entrar en relación con las disposiciones biológicas del animal, el cual a su vez se encuentra fisiológicamente y funcionalmente dispuesto a reconocer tal significación y a obrar conforme a ella”.[6]
Imagen de: oconowocc.com
El animal sólo percibe aquello que le interesa para satisfacer sus necesidades, cuando las ha satisfecho se duerme. Cada estímulo de ese mundo selectivo, que percibe por los sentidos, suscita en él una respuesta inmediata e instintiva propia de su especie, el animal está estrictamente condicionado por su instinto; un cordero no responde igual que un lobo, ni puede hacerlo.
“El instinto es la conjunción de una actividad (hacia la que el animal se encuentra genéticamente predeterminado) puesta en marcha por un factor desencadenante o excitador”.[7]
El autor de la cita, confunde genéticamente con hereditariamente, arrastra el error tan difundido de que los genes tienen capacidad de determinar formas o comportamientos. Una nueva araña, que no ha visto tejer a su madre, que no ha visto antes una tela de una araña de su especie, que no ha aprendido a hacer una tela de araña, construye sin vacilar una tela con estructura, dimensiones, ángulos, entorno y disposición semejante a la que hacen  todas las arañas de su especie, y esa capacidad es heredada evidentemente, pero no tiene nada que ver con los genes, que como ya dijimos contienen información para montar proteínas. De los genes de la araña depende que las proteínas que forman su hilo sean las adecuadas para su idoneidad en cuanto a resistencia, grosor, capacidad de transmisión de las vibraciones, etc. Si sus genes están dentro de la variedad propia de su especie, la tela será buena, si sus genes tienen alguna mutación, su tela se romperá o será defectuosa, pero estará en el mismo sitio y tendrá la misma disposición, porque eso es instintivo, heredado, pero no genético. El instinto es epigenético.
Imagen de: canariasenelsiglo21.blogspot.com
En los animales superiores que pasan un tiempo de aprendizaje con sus progenitores, el instinto se modula, podríamos decir que se “afina” como un instrumento musical antes de un concierto. Este aprendizaje y la experiencia a lo largo de la vida del animal, matizan el instinto, pero no lo cambian.
Hay que hacer mención de los animales domesticados por el hombre, su instinto permanece, pero los cambios introducidos por el hombre en el modo de vida del animal se sobreponen, a veces, a su propio instinto, es como si se acrecentase el tiempo entre la recepción del estímulo y la respuesta. El trato   con el hombre, hace que el animal apetezca más el premio o el afecto del domesticador que seguir su impulso instintivo. Esto indica lo que el hombre puede hacer con un animal en concreto, pero no aporta nada al instinto de esa especie, porque el fin del instinto es siempre la conservación de la especie.[8] Y es evidente que los adiestradores tienen que adiestrar de nuevo a los individuos de la nueva generación, por muy bien adiestrados que estuviesen sus progenitores.



[1] Dejamos a un lado los mamíferos acuáticos y el caso de los “acorazados”, como el elefante o el rinoceronte. En los primeros la conservación de la temperatura corporal se hace mediante una  potente capa de grasa subcutánea, y en los segundos por una gruesa piel de reducida traspiración.
[2] Es evidente que todos los animales no tienen los cinco sentidos. Algunos por ejemplo, no ven, sólo perciben contrastes de sombras y luces, pero no podemos abordar aquí lo que el hombre comparte con cada phyllum, por lo que nos centraremos en lo que comparte con los organismos superiores, es decir, con los vertebrados y, en no pocos casos, en lo que comparte exclusivamente con los mamíferos.
[3] Cf. Tomás de Aquino, Suma Teológica, I, c.78, a.1.
[4] Cf. ibid. I, c. 78, a. 4.
[5] Jacob Von Uexküll, biólogo de reconocido prestigio nacido en 1.864 en Keblas (Estonia), estudió en las universidades de Tartu y Heidelberg, fue profesor  en la de Hamburgo, fundó el Instituto para la investigación del ambiente, publicó numerosas obras, de entre ellas destacamos Mundo circundante y mundo interior de los animales; desarrolló sus teorías en clara oposición al darwinismo clásico. Murió en Capri en 1.944.
[6] L. Prieto López, El hombre y el animal, BAC-2.008, p. 120.
[7] Ibid. p. 148.
[8] Cf. M. Scheler, El puesto del hombre en el cosmos, Losada, Buenos Aires-1.968, p. 36 y 37.

8 comentarios:

Ángel dijo...

He estado unos meses estudiando otras cosas y he dejado el blog a su fortuna. Veo que al menos en parte cumple su cometido. Hay lugar en la tela de araña, para poner de manifiesto las debilidades científicas y filosóficas del paradigma evolutivo.
Es inevitable que las cuestiones siempre deriven hacia el campo de la fe, porque no se pueden mantener criterios científicos objetivos para mantener una visión del mundo como la que plantea el paradigma evolutivo, pues esa visión del mundo va mucho más allá del campo de las ciencias empíricas.
Pero del mismo modo en que es conveniente no intentar justificar con motivos teológicos cuestiones que se pueden resolver simplemente con métodos científicos o filosóficos, del mismo modo es conveniente no intentar llegar a conclusiones teológicas o filosóficas intentando demostrar su verosimilitud exclusivamente con métodos científicos.
Es difícil delimitar estos campos, porque el hombre por su propia esencia participa de los tres: el hombre es a la vez científico, filósofo y teólogo. Porque el hombre necesita imperiosamente tener una visión del mundo que le permita conocer su lugar en él y el sentido de su existencia. También porque estamos acostumbrándonos a mensajes escuetos y publicitarios, y generalmente en las cuestiones importantes, las explicaciones han de ser necesariamente extensas y bien matizadas en cuanto a la claridad del significado de los términos empleados.
Voy a retomar el blog. Ánimo, intentemos ser civilizados.

Platypus dijo...

Gacias por volver. Se te echaba de menos!!!!

Marc dijo...

Qué fotos más bonitas!!!

Ángel dijo...

Hola Marc. Me alegro que te gusten las fotos de esa entrada, El hecho de que no seamos unos animales como los demás, no implica que no estemos alegres de tener esos compañeros para vivir en esta tierra.
somos sensibles como lo son ellos, pero además, podemos estar agradecidos porque vemos en la existencia de estos animales la grandeza del diseñador que se le ocurrió y plasmó tanta riqueza en la naturaleza. Y el don que nos ha dado de poder hacer fotografías y repartirlas por este medio. Gracias.
Ángel

Ignacio dijo...

Hola, Ángel, acabo de leer tu entrada sobre lo que comparte el hombre con los animales y me ha arrojado mucha luz cuando has dicho que el instinto no es genético, sino epigenético. Me gustaría mucho que, cuando pudieras, escribieras alguna entrada en profundidad sobre esto, la relación que tiene la moral del hombre con la evolución. ¿Podemos decir que los genes influyen en que algo me diga que matar no está bien? No me parece un argumento sólido, sino simplemente de fácil recurrencia, cómodo, uno se escuda en la evolución y ya está. No sé complica. Sin embargo, me gustaría saber tu opinión sobre esto. Tú has leído mucho y tu opinión siempre está muy bien cimentada.

Un abrazo

Ángel dijo...

Saludos Ignacio. Los seres humanos somos muy complejos, y nuestra comprension es mucho más simple de lo que somos nosotros, es por eso que hablamos de cuerpo alma y espíritu, o si lo prefieres, cuerpo y alma espiritual. Somos todo eso a la vez, pero no podemos comprenderlo todo junto, así que organizamos la información de ese modo, y eso ha traído no pocos problemas, como el pensar que somos como un ente atrapado en un cuerpo, o desde Descartes, enfrentar el estudio del cuerpo como si sólo fuese una entidad mecánica.
Para comentar lo que dices sobre el papel de los genes en las decisiones morales, debemos partir de dos premisas evidentes, existe en el hombre la decisión moral, por eso existen los juicios, podemos matar o no matar. Y la otra premisa es que la función de los genes es sintetizar proteínas, lo que no es poco, pero no es más que eso.
Dicho esto, en la decisión moral interviene el entendimiento que propone algo como bueno, y la voluntad libre que decide hacerlo o no, una vez realizada la elección que ha sucedido en el plano espiritual en el que existen el entendimiento, la voluntad y conciencia humana, viene lo más curioso, esa decisión pone en movimiento el plano biológico, empezando por el cerebro (este punto está poco estudiado, lo mejor que he encontrado es el libro del filosofo Jonas, titulado: Poder e impotencia de la subjetividad).
Una vez el espíritu mueve el cerebro, empiezan las conexiones neuronales, los nervios, los músculos, hasta que clavo el puñal (si ese es el caso), Todos esos órganos para ejecutar mi deseo, usan proteínas que han sido montadas gracias a la información que llevan los genes, y ese creo que es el papel que juegan los genes en las decisiones morales, aportar la información necesaria para que los tejidos celulares funcionen para poder ejecutarlas.
Ya hubo un juicio en EEUU en el que el abogado defensor intentó exculpar a su cliente culpando a sus genes, podían encerrar en la carcel un pelo suyo, evidentemente no coló.

Anónimo dijo...

Hola Ángel muy buenas cuánto tiempo soy el Miguel Ángel como te va por la vida yo aquí en clase estudiando duro la física a tope

Ángel dijo...

Hola Miguel Ángel, me alegro de saber de ti, escríbeme al correo que es mejor para las relaciones personales no implicadas con el tema del blog. angelsemogil@hotmail.com