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Hace días, el más asiduo comentarista del blog, bajo la entrada: “La esencia del hombre” comentaba la dificultad de explicar a un “profano” qué es la esencia. Le respondí sucintamente allí mismo, pero quedé en intentar otra entrada sobre el tema, y aquí va. El tema por ser esencial, es cuanto menos complejo. Voy a seguir unos pasos precisos y escuetos sin entrar en matizaciones, siguiendo a Aristóteles e indicando algunas de las objeciones que un “profano” podría hacer.
Antes de volver a qué es la esencia humana, veamos de nuevo la respuesta a la pregunta: ¿qué es la esencia?. La respuesta se puede articular de dos maneras:
a) La esencia es el ser de la sustancia.
b) La esencia es la respuesta última a la pregunta: ¿qué es una cosa o un ser”.
Las dos respuestas se agotan en sí, siempre que estemos familiarizados con los conceptos metafísicos, siempre que sepamos qué es la sustancia, o qué es una cosa o un ser. El “profano” puede decirnos que es imposible o inútil preguntarse esas cosas, que para cada uno la realidad es de una manera y que no existe una respuesta definitiva a esas preguntas, nos encontramos entonces ante un relativista que niega que exista la verdad, en este caso lo único que podemos intentar es hacerle ver que cae en una contradicción, puesto que para él, es verdad que es inútil preguntarse esas cosas, luego para él, sí existe la verdad sobre algo. También podemos recordarle si el día anterior se hizo alguna vez la pregunta ¿qué es esto?, o ¿qué soy yo?.
Si el que no posee el concepto de sustancia, quiere saber, podemos decir que la sustancia es la causa intrínseca de la existencia de los seres, por ejemplo, el alma es la sustancia de los seres animados, por eso se dice que el alma es la forma sustancial del cuerpo.
La forma es algo inmaterial que no se hace, lo que se hace es reunir la forma con la materia, por ejemplo, un carpintero no hace la forma silla, la posee en su interior, el toma materia, en este caso madera y le da la forma de silla, y tenemos una silla que es la reunión de la forma silla con la materia madera.
En el caso de los seres vivos, el “profano” dirá que no existe el alma, y si se le pregunta por la causa intrínseca de un ser vivo, posiblemente contestará que los genes, este es un error muy difundido, algunos más “enterados” dicen que el alma es el programa de desarrollo genético que es algo inmaterial, y con ello creen salvar los muebles, pero esto no se corresponde con la realidad, y si no, haced la prueba, preguntadle o preguntaros con los ojos cerrados: ¿Alguna vez en tu vida has visto a tu madre como un puñado de genes?; ¿te has enamorado alguna vez de un genoma?; Alguna vez cuando un niño de meses sonreía entre tus brazos, has pensado que era algo así como un autómata que tenía dentro unos genes o un programa que era lo que le hacía sonreír?.
Antes de volver a qué es la esencia humana, veamos de nuevo la respuesta a la pregunta: ¿qué es la esencia?. La respuesta se puede articular de dos maneras:
a) La esencia es el ser de la sustancia.
b) La esencia es la respuesta última a la pregunta: ¿qué es una cosa o un ser”.
Las dos respuestas se agotan en sí, siempre que estemos familiarizados con los conceptos metafísicos, siempre que sepamos qué es la sustancia, o qué es una cosa o un ser. El “profano” puede decirnos que es imposible o inútil preguntarse esas cosas, que para cada uno la realidad es de una manera y que no existe una respuesta definitiva a esas preguntas, nos encontramos entonces ante un relativista que niega que exista la verdad, en este caso lo único que podemos intentar es hacerle ver que cae en una contradicción, puesto que para él, es verdad que es inútil preguntarse esas cosas, luego para él, sí existe la verdad sobre algo. También podemos recordarle si el día anterior se hizo alguna vez la pregunta ¿qué es esto?, o ¿qué soy yo?.
Si el que no posee el concepto de sustancia, quiere saber, podemos decir que la sustancia es la causa intrínseca de la existencia de los seres, por ejemplo, el alma es la sustancia de los seres animados, por eso se dice que el alma es la forma sustancial del cuerpo.
La forma es algo inmaterial que no se hace, lo que se hace es reunir la forma con la materia, por ejemplo, un carpintero no hace la forma silla, la posee en su interior, el toma materia, en este caso madera y le da la forma de silla, y tenemos una silla que es la reunión de la forma silla con la materia madera.
En el caso de los seres vivos, el “profano” dirá que no existe el alma, y si se le pregunta por la causa intrínseca de un ser vivo, posiblemente contestará que los genes, este es un error muy difundido, algunos más “enterados” dicen que el alma es el programa de desarrollo genético que es algo inmaterial, y con ello creen salvar los muebles, pero esto no se corresponde con la realidad, y si no, haced la prueba, preguntadle o preguntaros con los ojos cerrados: ¿Alguna vez en tu vida has visto a tu madre como un puñado de genes?; ¿te has enamorado alguna vez de un genoma?; Alguna vez cuando un niño de meses sonreía entre tus brazos, has pensado que era algo así como un autómata que tenía dentro unos genes o un programa que era lo que le hacía sonreír?.
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Ahora que ya sabemos sucintamente qué es la sustancia, podemos volver a la pregunta de la esencia: La esencia es el ser del alma, o bien la esencia es la respuesta última a ¿qué es el hombre?.
Aristóteles dice que la esencia es lo que entra en la definición. Para él, el hombre es un animal racional, y si el “profano” piensa que los seres vivos no tienen alma, que piense un poco sobre lo que quiere decir la palabra animal: animado, dotado de un alma, que tiene en sí mismo el principio de su movimiento.
La cuestión decisiva que separa al hombre del resto de los animales, es el ser racional. Cuando intentamos decir qué es un animal, empezamos diciendo que es un felino, un cánido, un rumiante, un coleóptero, etc… y después matizamos un poco más, pero la propia definición, lo circunscribe a un tipo de vida, a un ambiente determinado. Con el hombre, su definición habla de su racionalidad, esto es de su entendimiento, su libertad y su voluntad que le hace libre de los condicionamientos ambientales. Estas características racionales del hombre son propias de los seres espirituales que no poseen cuerpo, en nuestro caso, único, somos un espíritu encarnado, un espíritu una alma racional y un cuerpo.
Aristóteles murió antes de Cristo, no lo conoció. Jesucristo, nos mostró el verdadero potencial del entendimiento, la libertad y la voluntad humanas heridas por el pecado original. Nosotros que sí hemos conocido a Jesucristo y sabemos que está vivo, podemos decir que la esencia del hombre es el haber sido creado a imagen y semejanza de Dios para Amar. Y por ello y para ello, somos cuerpo, vemos, soñamos, pensamos, hablamos, lloramos, rezamos, vivimos y morimos.
Aristóteles dice que la esencia es lo que entra en la definición. Para él, el hombre es un animal racional, y si el “profano” piensa que los seres vivos no tienen alma, que piense un poco sobre lo que quiere decir la palabra animal: animado, dotado de un alma, que tiene en sí mismo el principio de su movimiento.
La cuestión decisiva que separa al hombre del resto de los animales, es el ser racional. Cuando intentamos decir qué es un animal, empezamos diciendo que es un felino, un cánido, un rumiante, un coleóptero, etc… y después matizamos un poco más, pero la propia definición, lo circunscribe a un tipo de vida, a un ambiente determinado. Con el hombre, su definición habla de su racionalidad, esto es de su entendimiento, su libertad y su voluntad que le hace libre de los condicionamientos ambientales. Estas características racionales del hombre son propias de los seres espirituales que no poseen cuerpo, en nuestro caso, único, somos un espíritu encarnado, un espíritu una alma racional y un cuerpo.
Aristóteles murió antes de Cristo, no lo conoció. Jesucristo, nos mostró el verdadero potencial del entendimiento, la libertad y la voluntad humanas heridas por el pecado original. Nosotros que sí hemos conocido a Jesucristo y sabemos que está vivo, podemos decir que la esencia del hombre es el haber sido creado a imagen y semejanza de Dios para Amar. Y por ello y para ello, somos cuerpo, vemos, soñamos, pensamos, hablamos, lloramos, rezamos, vivimos y morimos.
Imagen de: www.convicciontv.cl
Si el profano dice que estamos mezclando las cosas, que la fe es algo subjetivo… mejor no insistir mucho, a lo sumo mostradle vuestra admiración por su gran fe, porque nosotros tenemos los Evangelios, los pergaminos de Qumran, los escritos de Flavio Josefo, las crónicas romanas, las actas de los mártires, la sábana santa de Turín, el sudario de Oviedo, el testimonio de los padres de la Iglesia y de miles y miles de santos, y nuestra experiencia de que Jesús está vivo y tiene poder para sacarnos de nuestros pecados. Mientras que él tan sólo tiene la extravagante idea de que un día un mono se bajó de un árbol y se puso a andar a dos patas, lo que no se sustenta en ningún dato científico, no intentéis explicarle que existe la esencia, mostradle vuestra admiración por su gran fe.
Semogil 22 de Marzo del 2.010
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