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Las continuas innovaciones en el campo de los cultivos de tejidos humanos requieren nuevas reformulaciones tanto en el campo de las propias técnicas de cultivo en sí, como en el ámbito de la bioética e incluso en el de la metafísica.
Voy a centrarme en estas últimas, que han sido objeto de algunas discusiones en las que afortunadamente he podido participar en este último año. En concreto, las preguntas más significativas que nos planteábamos eran las siguientes:
· Si el alma de un hombre es una e indivisible, es la que anima, la que mantiene al cuerpo con vida, entonces un tejido humano separado del resto del organismo, ¿tiene alma?.
· Si aceptamos que un fragmento separado tiene alma, puesto que es evidente que el organismo humano del que se ha separado ese fragmento, sigue vivo, ha de aceptarse que el alma es divisible.
· Si por el contrario consideramos que el fragmento separado no tiene alma, sería en cierto modo un cadáver, estaría muerto, sin vida.
· Pero si ese tejido humano no tiene vida, ¿cómo puede suceder que colocado en un medio adecuado –en cultivo-, sus células se reproduzcan y crezca?.
· Si ese tejido cultivado no tiene vida, ¿cómo puede injertarse de nuevo en el cuerpo del que se había tomado el tejido y ser aceptado?.
· ¿Puede existir la vida de tejidos humanos sin alma?. En tal caso, ¿qué es la vida?.
Voy a intentar acercarme a una respuesta a estas cuestiones.
Es evidente que el hombre no tiene capacidad regenerativa, entendiendo por tal la facultad que tienen muchos árboles y algunos animales como la estrella de mar, de regenerar un organismo completo a partir de cada uno de los fragmentos en los que se ha dividido.
Es evidente que cualquier parte separada de un ser humano –independientemente de que sea un fragmento de tejido, un órgano o un miembro- abandonada a su suerte, comienza un proceso de corrupción.
Este proceso de corrupción, puede ser retenido en determinadas condiciones, de las cuales, la más conocida es el frio.[1]
Este proceso de corrupción es progresivo y pasa por varios estados: “Pues separada el alma, el cuerpo del animal no se descompone inmediatamente en los elementos, sino que esto se produce a través de muchas corrupciones intermedias, al reemplazarla en la materia muchas formas imperfectas, como es la forma del cuerpo muerto, y luego putrefacto, y así en adelante”[2]
Cualquier fragmento de tejido humano separado no tiene alma de ningún modo, pues:
· No tiene un alma intelectiva humana, puesto que no tiene potencias intelectivas.[3]
· No tiene un alma sensitiva, puesto que no tiene órganos adecuados para sentir, ni se dan en él la facultad apetitiva, ni la locomotriz.[4]
· Y no tiene un alma vegetativa, puesto que no es capaz de nutrirse, crecer o reproducirse.[5]
Así pues un fragmento de tejido humano –y lo mismo puede decirse de un órgano o de un miembro separado- no tiene alma, y por lo tanto no tiene vida puesto que: “Un ser vivo no puede existir sin alma”. [6]
La mayoría de las personas saben que en el caso de amputación -de por ejemplo un dedo-, lo más conveniente es mantener el dedo amputado frio, rodeado de cubitos de hielo y acudir rápidamente al hospital. Del mismo modo cuando se toma un fragmento de tejido humano para hacer un cultivo, o un órgano para un trasplante, no se deja encima de la mesa hasta el día siguiente, hay un variable, pero siempre breve espacio de tiempo antes de que el proceso de corrupción se desencadene irreversiblemente.
Y es en ese breve espacio de tiempo en el que interviene el hombre, y artificialmente, imitando toscamente a la naturaleza, toma ese fragmento de tejido humano sin alma, que ya no es un ser vivo, y lo reanima, ejerciendo él, el científico, muy rudimentariamente, algunas de las más elementales de las funciones que el organismo humano ejerce naturalmente sobre ese fragmento de tejido cuando forma parte de ese compuesto de alma intelectiva-cuerpo que somos cada uno de nosotros.
Lo más usual es colocar ese tejido humano a una temperatura adecuada, unos 37 grados centígrados, con una mezcla de gases apropiada: un 5% de CO2 y un 95% de O2 ; y bañado con una solución nutritiva en la que se regula el ph, la concentración de glucosa, y a la que se añade lo que se denominan “factores de crecimiento” que son derivados sanguíneos principalmente suero obtenido a partir de sangre humana o de la de bóvidos no nacidos.
El principal problema de la utilización terapéutica de estos tejidos humanos cultivados es que en el cultivo, las células se reproducen, pero en ningún caso forman órganos ni estructuras fisiológicas, sino una masa amorfa de células.
Sin olvidar la diferencia entre la forma sustancial (esencial e inmaterial) y la morfología (accidental y material), entendemos que “Propio del alma es ser forma de algún cuerpo”[7]. Por ello, el cultivo de tejidos humanos no puede formar un cuerpo ni en sus más elementales estructuras, puesto que no hay un alma que sea su forma.
Durante algún tiempo, el avance de la ciencia y de la técnica ha llevado incluso a algunos filósofos a creer que el ADN es el que da la forma al cuerpo de los seres vivos. Ahora afortunadamente hay dos pruebas insoslayables de que esa conclusión, no es acertada. La primera es que esas células de los tejidos en cultivo una vez reanimadas, tienen al completo todo su ADN nuclear, su ADN mitocondrial, sus cadenas de ARNm citoplasmático, etc. y no son capaces de construir ninguna forma. Y la segunda es que conforme se van secuenciando más genomas de distintos organismos, mamíferos, reptiles, anfibios, etc.; se va comprobando la extrema similitud en la ordenación de los genes de animales de muy distintos grupos, luego si organismos con cuerpos tan distintos tienen un genoma tan parecido, es que esos genes pueden “fabricar” proteínas, no formas de organismos.
Las continuas innovaciones en el campo de los cultivos de tejidos humanos requieren nuevas reformulaciones tanto en el campo de las propias técnicas de cultivo en sí, como en el ámbito de la bioética e incluso en el de la metafísica.
Voy a centrarme en estas últimas, que han sido objeto de algunas discusiones en las que afortunadamente he podido participar en este último año. En concreto, las preguntas más significativas que nos planteábamos eran las siguientes:
· Si el alma de un hombre es una e indivisible, es la que anima, la que mantiene al cuerpo con vida, entonces un tejido humano separado del resto del organismo, ¿tiene alma?.
· Si aceptamos que un fragmento separado tiene alma, puesto que es evidente que el organismo humano del que se ha separado ese fragmento, sigue vivo, ha de aceptarse que el alma es divisible.
· Si por el contrario consideramos que el fragmento separado no tiene alma, sería en cierto modo un cadáver, estaría muerto, sin vida.
· Pero si ese tejido humano no tiene vida, ¿cómo puede suceder que colocado en un medio adecuado –en cultivo-, sus células se reproduzcan y crezca?.
· Si ese tejido cultivado no tiene vida, ¿cómo puede injertarse de nuevo en el cuerpo del que se había tomado el tejido y ser aceptado?.
· ¿Puede existir la vida de tejidos humanos sin alma?. En tal caso, ¿qué es la vida?.
Voy a intentar acercarme a una respuesta a estas cuestiones.
Es evidente que el hombre no tiene capacidad regenerativa, entendiendo por tal la facultad que tienen muchos árboles y algunos animales como la estrella de mar, de regenerar un organismo completo a partir de cada uno de los fragmentos en los que se ha dividido.
Es evidente que cualquier parte separada de un ser humano –independientemente de que sea un fragmento de tejido, un órgano o un miembro- abandonada a su suerte, comienza un proceso de corrupción.
Este proceso de corrupción, puede ser retenido en determinadas condiciones, de las cuales, la más conocida es el frio.[1]
Este proceso de corrupción es progresivo y pasa por varios estados: “Pues separada el alma, el cuerpo del animal no se descompone inmediatamente en los elementos, sino que esto se produce a través de muchas corrupciones intermedias, al reemplazarla en la materia muchas formas imperfectas, como es la forma del cuerpo muerto, y luego putrefacto, y así en adelante”[2]
Cualquier fragmento de tejido humano separado no tiene alma de ningún modo, pues:
· No tiene un alma intelectiva humana, puesto que no tiene potencias intelectivas.[3]
· No tiene un alma sensitiva, puesto que no tiene órganos adecuados para sentir, ni se dan en él la facultad apetitiva, ni la locomotriz.[4]
· Y no tiene un alma vegetativa, puesto que no es capaz de nutrirse, crecer o reproducirse.[5]
Así pues un fragmento de tejido humano –y lo mismo puede decirse de un órgano o de un miembro separado- no tiene alma, y por lo tanto no tiene vida puesto que: “Un ser vivo no puede existir sin alma”. [6]
La mayoría de las personas saben que en el caso de amputación -de por ejemplo un dedo-, lo más conveniente es mantener el dedo amputado frio, rodeado de cubitos de hielo y acudir rápidamente al hospital. Del mismo modo cuando se toma un fragmento de tejido humano para hacer un cultivo, o un órgano para un trasplante, no se deja encima de la mesa hasta el día siguiente, hay un variable, pero siempre breve espacio de tiempo antes de que el proceso de corrupción se desencadene irreversiblemente.
Y es en ese breve espacio de tiempo en el que interviene el hombre, y artificialmente, imitando toscamente a la naturaleza, toma ese fragmento de tejido humano sin alma, que ya no es un ser vivo, y lo reanima, ejerciendo él, el científico, muy rudimentariamente, algunas de las más elementales de las funciones que el organismo humano ejerce naturalmente sobre ese fragmento de tejido cuando forma parte de ese compuesto de alma intelectiva-cuerpo que somos cada uno de nosotros.
Lo más usual es colocar ese tejido humano a una temperatura adecuada, unos 37 grados centígrados, con una mezcla de gases apropiada: un 5% de CO2 y un 95% de O2 ; y bañado con una solución nutritiva en la que se regula el ph, la concentración de glucosa, y a la que se añade lo que se denominan “factores de crecimiento” que son derivados sanguíneos principalmente suero obtenido a partir de sangre humana o de la de bóvidos no nacidos.
El principal problema de la utilización terapéutica de estos tejidos humanos cultivados es que en el cultivo, las células se reproducen, pero en ningún caso forman órganos ni estructuras fisiológicas, sino una masa amorfa de células.
Sin olvidar la diferencia entre la forma sustancial (esencial e inmaterial) y la morfología (accidental y material), entendemos que “Propio del alma es ser forma de algún cuerpo”[7]. Por ello, el cultivo de tejidos humanos no puede formar un cuerpo ni en sus más elementales estructuras, puesto que no hay un alma que sea su forma.
Durante algún tiempo, el avance de la ciencia y de la técnica ha llevado incluso a algunos filósofos a creer que el ADN es el que da la forma al cuerpo de los seres vivos. Ahora afortunadamente hay dos pruebas insoslayables de que esa conclusión, no es acertada. La primera es que esas células de los tejidos en cultivo una vez reanimadas, tienen al completo todo su ADN nuclear, su ADN mitocondrial, sus cadenas de ARNm citoplasmático, etc. y no son capaces de construir ninguna forma. Y la segunda es que conforme se van secuenciando más genomas de distintos organismos, mamíferos, reptiles, anfibios, etc.; se va comprobando la extrema similitud en la ordenación de los genes de animales de muy distintos grupos, luego si organismos con cuerpos tan distintos tienen un genoma tan parecido, es que esos genes pueden “fabricar” proteínas, no formas de organismos.
Imagen de http://lacienciaamena.blogspot.com
Recientemente he tenido noticia de que la doctora Doris A. Taylor y su equipo de la universidad de Minnesota, ha conseguido crear un corazón artificial de rata.[8] Resumidamente el procedimiento que ha seguido, es el siguiente:
1. Trató un corazón de rata con unos detergentes especiales que disolvieron suavemente todas las células cardiacas.
2. Conservó la matriz extracelular cardiaca, una red espacial principalmente de colágeno.
3. Introdujo entre esa matriz, células cardiacas de rata obtenidas de ratas neonatales, o en otros casos con células del endotelio de la aorta de otra rata.
4. Cultivó esa estructura con las nuevas células durante 28 días.
5. Al cuarto día, la estructura empezó a contraerse (no sabemos si con algún impulso eléctrico).
6. Al octavo día era capaz de bombear líquido.
Usó la estructura orgánica del corazón de la rata, y sustituyó las células viejas por otras nuevas. Y no será difícil que pronto consigan hacer artificialmente esa estructura de colágeno con la forma de un órgano y se pueda dirigir el cultivo de tejidos hasta la consecución de órganos de repuesto.
De las funciones propias de los organismos que tienen un alma vegetativa, con el cultivo de tejidos, ya se había conseguido artificialmente -a partir de tejidos en la fase entre la separación y la primera forma imperfecta de corrupción, la de cadáver- reanimarlos y conseguir la nutrición, el crecimiento y la reproducción celular. Ahora parece que la función que restaba, la de darse a sí mismo la forma, que no se consigue con los cultivos de tejidos, se va a aportar artificialmente.
Es evidente que un cultivo de tejidos no es un ser vivo, puesto que no es sujeto: “no tiene en sí mismo la potencia y principio, en cuya virtud crece…”[9] sino que es objeto que padece la acción de un sujeto agente que es el investigador. La prueba de esto es lo que sucede cuando el investigador olvida renovar la solución nutritiva, o se interrumpe el fluido eléctrico y se apaga la estufa.
El cuerpo del que proviene el tejido, si se le injerta el tejido cultivado, lo vuelve a aceptar, no lo rechaza, porque lo reconoce como propio, puesto que es un fragmento de él mismo, que no ha llegado a experimentar la corrupción. Imagen de www.texasheartinstitute.org
Es evidente que un ser vivo es un compuesto de alma y cuerpo. Y en este caso que estamos considerando, del cultivo en laboratorio de tejidos humanos, lo correcto es decir que es mantenido con vida, no que está vivo, porque el compuesto, de alguna manera, está formado por un cuerpo que es el tejido cultivado, y el alma del investigador que usando su entendimiento, su voluntad y su libertad, mantiene las funciones vitales de ese tejido evitando su corrupción, de modo que se cumple que: “en el alma humana hay algo por lo que ella puede hacerse todas las cosas y algo por lo que puede hacerlas todas”[10]
[1] Se conocen varios casos, como el famoso hallazgo en 1.991 en el valle de Oetz, en un glacial de los Alpes tiroleses, del cadáver sin corromper de un hombre de la edad de piedra que se estima, llevaba muerto unos 5.300 años. Más información en la universidad de Innsbriuck.
[2] - Aristóteles: “Sobre la generación y la corrupción” 318a35.
- Sto. Tomás de Aquino: “Comentario al libro de Aristóteles sobre la generación y la corrupción” lecc.8 – 60-3. Eunsa 2.005.
[3] - Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c79 a1. BAC 2.001.
[4] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 3 - 414a30. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c78 a1. BAC 2.001.
[5] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 4 - 415a25. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c78 a2. BAC 2.001.
[6] - Aristóteles: “Partes de los animales” libro I - 641a20. Gredos 2.000.
[7] - Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c75 a5. BAC 2.001.
[8] - HC. OTT, Nature medicine 14; 213-221 – 2.008.
[9] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 2 - 413a20. Gredos 2.008.
[10] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro III. Cap. 4 – 430a10. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c79 a3. BAC 2.001.
Recientemente he tenido noticia de que la doctora Doris A. Taylor y su equipo de la universidad de Minnesota, ha conseguido crear un corazón artificial de rata.[8] Resumidamente el procedimiento que ha seguido, es el siguiente:
1. Trató un corazón de rata con unos detergentes especiales que disolvieron suavemente todas las células cardiacas.
2. Conservó la matriz extracelular cardiaca, una red espacial principalmente de colágeno.
3. Introdujo entre esa matriz, células cardiacas de rata obtenidas de ratas neonatales, o en otros casos con células del endotelio de la aorta de otra rata.
4. Cultivó esa estructura con las nuevas células durante 28 días.
5. Al cuarto día, la estructura empezó a contraerse (no sabemos si con algún impulso eléctrico).
6. Al octavo día era capaz de bombear líquido.
Usó la estructura orgánica del corazón de la rata, y sustituyó las células viejas por otras nuevas. Y no será difícil que pronto consigan hacer artificialmente esa estructura de colágeno con la forma de un órgano y se pueda dirigir el cultivo de tejidos hasta la consecución de órganos de repuesto.
De las funciones propias de los organismos que tienen un alma vegetativa, con el cultivo de tejidos, ya se había conseguido artificialmente -a partir de tejidos en la fase entre la separación y la primera forma imperfecta de corrupción, la de cadáver- reanimarlos y conseguir la nutrición, el crecimiento y la reproducción celular. Ahora parece que la función que restaba, la de darse a sí mismo la forma, que no se consigue con los cultivos de tejidos, se va a aportar artificialmente.
Es evidente que un cultivo de tejidos no es un ser vivo, puesto que no es sujeto: “no tiene en sí mismo la potencia y principio, en cuya virtud crece…”[9] sino que es objeto que padece la acción de un sujeto agente que es el investigador. La prueba de esto es lo que sucede cuando el investigador olvida renovar la solución nutritiva, o se interrumpe el fluido eléctrico y se apaga la estufa.
El cuerpo del que proviene el tejido, si se le injerta el tejido cultivado, lo vuelve a aceptar, no lo rechaza, porque lo reconoce como propio, puesto que es un fragmento de él mismo, que no ha llegado a experimentar la corrupción. Imagen de www.texasheartinstitute.org
Es evidente que un ser vivo es un compuesto de alma y cuerpo. Y en este caso que estamos considerando, del cultivo en laboratorio de tejidos humanos, lo correcto es decir que es mantenido con vida, no que está vivo, porque el compuesto, de alguna manera, está formado por un cuerpo que es el tejido cultivado, y el alma del investigador que usando su entendimiento, su voluntad y su libertad, mantiene las funciones vitales de ese tejido evitando su corrupción, de modo que se cumple que: “en el alma humana hay algo por lo que ella puede hacerse todas las cosas y algo por lo que puede hacerlas todas”[10]
[1] Se conocen varios casos, como el famoso hallazgo en 1.991 en el valle de Oetz, en un glacial de los Alpes tiroleses, del cadáver sin corromper de un hombre de la edad de piedra que se estima, llevaba muerto unos 5.300 años. Más información en la universidad de Innsbriuck.
[2] - Aristóteles: “Sobre la generación y la corrupción” 318a35.
- Sto. Tomás de Aquino: “Comentario al libro de Aristóteles sobre la generación y la corrupción” lecc.8 – 60-3. Eunsa 2.005.
[3] - Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c79 a1. BAC 2.001.
[4] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 3 - 414a30. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c78 a1. BAC 2.001.
[5] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 4 - 415a25. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c78 a2. BAC 2.001.
[6] - Aristóteles: “Partes de los animales” libro I - 641a20. Gredos 2.000.
[7] - Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c75 a5. BAC 2.001.
[8] - HC. OTT, Nature medicine 14; 213-221 – 2.008.
[9] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro II. Cap. 2 - 413a20. Gredos 2.008.
[10] - Aristóteles: “Acerca del alma” libro III. Cap. 4 – 430a10. Gredos 2.008.
- Sto. Tomás de Aquino: Suma de Teología I - c79 a3. BAC 2.001.
Semogil 6 de Mayo del 2.009
Esto ya es harina de otro costal.... más complejo a mi entender.
ResponderEliminarSe me ocurren un par de cuestiones, una de ellas es: si con esa estructura de colágeno se tiene el "molde" de un órgano, se tiene una copia de la morfología de ese órgano, ¿Es más o menos así?
Y la otra es: hay personas, entre las que hay médicos, bíologos y estoy seguro que más de un filosofo, quepiensan que el alma no existe, y por tanto creo que otorgan al cerebro toda la capacidad intelectiva que nos es propia a las personas. Por tanto ¿Considerarían estas personas que un cerebro contiene en sus células los recuerdos, los conceptos, etc? ¿Y si esto lo creen así, no podrían querer descifrar los pensamientos de un cerebro(Cosa imposible si aceptamos que las celulas por si no hacen nada)?
un saludo
Hombre Dani, si te falla el cerebro olvídate, nunca mejor dicho. Está demostrado que en el cerebro se realizan nuevos enlacen entre células con el apredizaje, o que, por ejemplo, en la pubertad muchos de esos enlaces se rompen, de ahí la cara de tonto que se nos queda. Además cada parte del cerebro tiene una función, en una está instalada la memoria, en otra los procesos inconscientes, en otra la imaginación...
ResponderEliminarAsí pues, tanto como descifrar los pensamientos no, aunque hoy sí es posible interpretar un poco en base a la actividad del cerebro.
Para mí sería algo como que el alma usa el cerebro para interactuar con el mundo material... Digamos que el proceso consciente lo hace el alma y se registra en tu cerebro.
Sin alma no hay recuerdos ni aprendizaje, pero, por otro lado un cerebro dañado no deja al alma revisar los recuerdos, como por ejemplo a un enfermo de alzehimer.
Hola Alfonso, me es grato leerte.
ResponderEliminarEscribir que estoy casi en total de acuerdo con tu entrada,(en mi último comentario a "cine evolución II" escribí algo similar) sin embargo quiero matizar que creo que las interacciones alma cerebro no se limitan a los pensamientos o los recuerdos, proceso consciente lo has llamado tu. Por otro lado me gusta la expresión de que el cerebro registre las actuaciones del alma, como un pulsómetro registra las pulsaciones, pero si el pulsómetro se estropea no quiere decir que ya no haya pulso ¿Verdad?
un saludo
Estáis muy finos los dos, la idea es que no somos nuestro cerebro, pero si no funciona bien, lo tenemos dificil, sobre todo para comunicarnos con el mundo. El cerebro va en el mismo lote que los sentidos. La idea de que es el órgano por el que el alma rige, no acabo de verla completa, tiene que tener matizaciones, parece que las emociones pueden tener otras vías. No se, de momento no me acabo de aclarar. Otra cosa distinta es el espíritu. Dani, dijiste que era una parte del alma, eso no me suena muy bien. El alma del hombre, es un alma espiritual, es así, y el cuerpo del hombre es un cuerpo animado por un alma espiritual, por eso se explican santos que han vivido años comiendo sólo el cuerpo de Cristo, y otros que han vivido años con enfermedades que deberían haberlos matado instantaneamente.
ResponderEliminarY en cuanto a lo del cerebro y sus zonas, es cosa de que de alguna manera tiene que funcionar, pero cuando hay una lesión, puede estructurarse de una nueva manera y colocar en otras zonas "funciones" que usualmente están en otra zona distinta.
Ánimo buscadores
Deduzco que el espiritu es una cualidad del alma ¿No?
ResponderEliminarun saludo
El espíritu del hombre no es una "cosa". El hombre no es una mezcla de tres cosas: cuerpo, alma y espíritu. El hombre es un ser que es a la vez un cuerpio y un alma espiritual, decir como tu dices que el espíritu es una cualidad del alma, me parece inapropiado, porque la cualidad nunca es más importante que el sujeto que la posee, y en el caso del ser humano, hay una jerarquía bien establecida, el espíritu está arriba, luego el alma y luego el cuerpo. El lio viene principalmente de que la distinción entre el alma de los animales y la del hombre, está prrecisamente en que el alma de este, es de naturaleza espiritual, y más que un concepto o definición, lo que han hecho los que a lo largo de la historia, han dado razón fundamentada de esto, es estudiar y definir, no lo que es el espíritu del hombre, sino estudiar las potencias del alma espiritual, principalmente entendimiento, conciencia, voluntad y libre albedrío. Y cuando se habla de espíritu, se habla normalmente de estas potencias, no porque ellas sean el espíritu del hombre, sino porque es lo que podemos "conocer" de su espíritu.
ResponderEliminarNo se si esto que he dicho va a aclarar algo, o crea muchas nuevas preguntas. pero hay que seguir aunque no se vea claro. La esperanza es un don del Espíritu Santo.
Un abrazo, Ángel.